Por Nando Vaccaro Talledo – agosto, 2025
El que la sigue, la consigue. Antonio Zeta, merecedor del prestigioso premio internacional Altazor de novela infantil 2025, con su obra Puga, un felino entre las nubes, se presentó ayer en el marco de la Feria Internacional del Libro de Lima. Una vez más, Antonio Zeta se convierte en abanderado de los literatos piuranos.
En cuanto a esta obra, si bien “está escrita” para niños, también los
adultos la podemos leer con una mirada de niñez. A este respecto, el docente y
escritor español Crisanto Pérez ha enfatizado que una obra destinada al público
infantil no debe ser considerada una literatura menor; por el contrario,
existen muchos clásicos que son leídos por toda la familia, como las obras de
Julio Verne o Roald Dahl, y ahora también Antonio Zeta vuelve a registrar su
pluma en este género para el deleite familiar.
El relato tiene cinco capítulos o bloques, y cada uno con la seña de un
subtítulo que orienta al lector en lo que será la temática principal de ese
segmento. La historia, narrada en primera persona por Puga, el protagonista, y
que cuyo nombre da título a la obra, se desarrolla con tintes épicos a través de la
mirada de un niño que tiende a engrandecer todo lo que observa; aunque es
cierto también que esa visión se sustenta en que cada integrante de la familia
de Puga, y él mismo, está dotado de un poder sobrehumano.
El narrador va dosificando la información, y cuenta lo necesario e imprescindible para mantener al lector expectante. Es evidente el manejo adecuado de la elipsis y otras figuras retóricas, propias de un escritor que ha logrado depurar su voz narrativa. La metamorfosis de Puga no sucede de manera abrupta, sino que se hace evidente, y necesaria, desde el principio de la novela, que nos ha invitado a soñar con una utopía donde seres humanos y animales pueden convivir en un paraíso terrenal cercano al cielo (con una locación que está cerca de nosotros, en la sierra piurana) hasta que sucede lo inevitable: el avance de la civilización irrumpe en esa armonía con la naturaleza. A cambio de ese equilibrio, se ofrecen los elementos propios del “progreso”, aunque ello signifique un distanciamiento del hábitat natural. En ese sentido, Puga también se puede leer como una alegoría de la conquista.
Fabián Bruno ha detectado la gran influencia del animé japonés, particularmente de la inmortal serie Dragon Ball. Y en cuanto al séptimo arte, el poeta paiteño ha rastreado la conexión que tiene la obra de Antonio con la película Rambo, primera sangre.
En esta novela Zeta recurre a una de sus pasiones: el fútbol. Si bien en
esta historia no es uno de los temas principales, como había sido en Tabas,
la magia de este deporte permite condensar momentos emotivos. El autor también
rinde homenaje a sus amistades de carne y hueso, bautizando a los personajes
con nombres de sus amigos.
Aunque su experiencia como docente de primaria ha nutrido la imaginación de
Antonio Zeta para recrear universos literarios diseñados especialmente para
lectores infantiles (pero también para toda la familia), el autor se autodefine
como escritor del género fantástico, revalidado recientemente con la
publicación de El latido de las vísceras. En Puga los elementos
fantásticos son la esencia de la novela, cuyo sustrato son los mitos y leyendas
piuranas.
De momento, Zeta ha aclarado que Puga no es el inicio de una saga.
Sin embargo, después del éxito editorial, el autor no descarta una posible
secuela (o precuela), la cual, por supuesto, sus lectores esperemos con mucha
expectación.