viernes, 7 de septiembre de 2018

EDUCACIÓN EMOCIONAL

Por Nando Vaccaro Talledo – septiembre 2018


El gran reto y desafío que tenemos quienes estamos involucrados con en la educación y cultura es seguir trabajando y dedicando nuestro mayor esfuerzo para motivar a los niños, adolescentes y jóvenes de nuestra comunidad. En ese sentido, necesitamos acercarnos más al ser humano que está detrás de cada estudiante, a su verdadera esencia, y no atiborrarlos de información como si se tratara de máquinas de almacenamiento; para eso están los robots y las computadoras.

Las personas necesitan que las escuchemos, que las comprendamos, que les hagamos saber lo importante e imprescindible que son porque el mundo no sería lo mismo sin ellas. Las máquinas no necesitan esto; ni ser comprendidas o escuchadas, y se las puede recargar de información. A las personas, a los seres humanos, no.

Sin embargo, pareciera que los encargados de hacer los lineamientos pedagógicos no toman demasiado en consideración aspectos emocionales y sensitivos de los estudiantes, ajustando objetivos a lo meramente cognitivo, y a veces ni eso, porque diera la impresión que los propósitos están focalizados en cumplir con las pruebas censales y evitar desbarrancarse en las estadísticas.

Cumplir, trabajar por compromiso y obligación y no por dedicación, con entrega y menos por pasión. Es nuestra realidad y forma parte intrínseca, lamentablemente, de nuestra idiosincrasia. Pero también es cierto que la situación de la mayoría de los docentes es precaria, ardua y muchas veces heroica. La remuneración que reciben no es recíproca al trabajo que realizan y el contexto de trabajo es duro por las condiciones edilicias, por el desgaste físico y mental y la escasa motivación. Sumado a ello, también hay que decirlo, muchos alumnos están sometidos a circunstancias que no favorecen a su desarrollo, como la mala alimentación, distancias enormes para llegar a los colegios, un entorno familiar carente de educación, incapaces por ello de acompañar los procesos formativos, entre otros aspectos.

En ese sentido, esperemos que se cumplan los compromisos asumidos por el gobierno, y que de manera gradual, y por supuesto justa, se incrementen y nivelen los salarios, amén de acondicionar mejor los programas sociales, así como la infraestructura y equipamiento de los colegios. Con lo anterior tendremos docentes con ingresos más decentes, y por lo tanto con un nivel mayor de entusiasmo. Y ahora, ¿cómo entusiasmamos y motivamos a los estudiantes?

En una entrevista realizada en el diario El Norte de España, Begoña Ibarrola, especialista en educación emocional, señaló: “en un futuro muy cercano el profesor ya no va a impartir conocimientos, va a ser una especie de entrenador del alumno que le ayude a desarrollar sus potenciales y dar lo mejor de sí para el mundo”. Asimismo, manifestó que los conocimientos no transforman a nadie (solo aumentan la información), y lo que realmente transforma es la experiencia y las emociones; por eso, “un buen profesor, con sensibilidad, te puede cambiar la vida”.



Dentro de los valiosos aportes conceptuales de Ibarrola a la Educación Emocional, citaremos los siguientes:

-     “Un alumno puede ser brillante, pero si no sabe controlar sus nervios se queda en blanco”.
-      “En los temas de agresividad hay que tener en cuenta que la formación en valores es como una herramienta básica que los padres deben dar a sus hijos desde que son pequeños”.
-      “Si el ser humano no desarrolla la educación emocional no está completo. Este tipo de inteligencia influye en todas las áreas”.
        “Las competencias más importantes son las interpersonales e intrapersonales”.
-     “Un mal profesor sin educación emocional puede arruinarte la vida y, en cambio, un buen profesor con sensibilidad te la puede cambiar”.
-     “El desarrollo de las competencias emocionales es un factor de prevención de las adicciones, del acoso escolar  o bullying, mejora la autoestima y la salud mental en general”.

   Por su parte, Rafael Bisquerra, catedrático de la Universidad de Barcelona e impulsor de las Jornadas de Educación Emocional (JEE) concibe la educación emocional como un proceso continuo y permanente, y se debe buscar el desarrollo de la inteligencia emocional en simbiosis con los procesos cognitivos.


Es importante darnos cuenta que no se trata de desvalorizar la enseñanza académica e intelectual, sino de comprender que nacemos con emociones, que llevamos en nuestros genes cierto tipo de características que perfilan nuestro carácter, y que por lo mismo debemos saber orientar, escuchar y brindar las herramientas a los alumnos para que, por un lado se conozcan mejor a sí mismos (habilidad intrapersonal) y, por otro, se comuniquen mejor y convivan en armonía con los demás (habilidades interpersonales); solo de esta manera las capacidades académicas, las vocaciones y la inteligencia cognitiva encontrarán tierra fértil para la formación, no solo de alumnos brillantes y talentos sino, y sobre todo, de grandes seres humanos.