Por Nando Vaccaro
Talledo – 8 de marzo del 2018
Hoy se realizó, como de
costumbre, y a decir del presentador, “la ceremonia protocolar” por el día
internacional de la mujer. Llegaron a la plaza principal las escoltas y los
concurrentes, se izaron las banderas, se cantó el himno nacional, después un discurso
improvisado y lo mejor fue, quizás, asueto para las trabajadoras.
Pero las (malas) costumbres
continúan impunes y estas efemérides resultan improductivas para los propósitos
de revalorar y fortalecer la integridad de las mujeres; para que los niños y
adolescentes del hoy no continúen con la enferma y adictiva herencia de sus
padres, violentando a sus madres, esposas e hijas; para erradicar de una vez
por todas los hábitos insanos, que solo evidencian nuestra ignorancia y falta
de desarrollo mental y emocional.
Hoy NO tiene que ser un día para
seguir en la ociosa rutina de las ceremonias estériles, de los saludos sin
alma, de las frases hechas (copiadas y pegadas). Hoy SÍ debe ser un día para
conversar, para reflexionar y tomar conciencia de lo que estamos haciendo para
que las mujeres sean respetadas, valoradas y puedan tener las mismas
prerrogativas que los hombres (ellas dan amor y hasta la vida mientras los
hombres hacen guerras y pelean, decía Facundo Cabral).
Debemos dejar de victimizarlas,
de mostrarlas como el “sexo débil”, pues en todo caso son el sexo del amor, de
la contención y el cuidado; porque si se sigue mostrando esa imagen de mujer
vulnerable y violentada se potenciará la visión hacia la mujer como un ser sumiso,
con la condena a estar subyugada al hombre y su egoísmo, y eso es lo que
debemos entender y extirpar. Marie Curie manifestó que no creía que por ser
mujer debía tener tratos especiales; de creerlo, decía, “estaría reconociendo que
soy inferior a los hombres, y yo no soy inferior a ninguno de ellos”.
Acertadas y precisas palabras de
Marie Curie. Nadie tiene que ser superior o inferior (aunque hay muchos hombres
que padecen delirios de grandeza y superioridad). Se trata de respeto, dignidad
y honra; incluso no debemos buscar la igualdad porque obviamente hay
diferencias. No somos iguales ni tenemos que serlo. Por eso lo que necesitamos
es comprendernos y complementarnos.
Podemos incluso obviar formalidades,
homenajes, rosas marchitas o chocolates que se derriten camino a casa. Lo que
las mujeres realmente necesitan y esperan de nosotros es que abramos nuestros
corazones, que demostremos con acciones lo que significan y valen, que la vida
es posible gracias a ellas, y es por eso que cada día y cada momento debemos
tratarlas y valorarlas como un 8 de marzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario