Por Nando Vaccaro Talledo – 23 de abril del 2019
Para quienes disfrutamos leer hoy es un día de fiesta. Sin embargo, la
algarabía de esta celebración está atenuada porque muy pocos experimentan el
placer de un libro, y en mi opinión esto se debe a que no han desarrollado el
gusto por la lectura, o no han sido debidamente guiados ni motivados. Es
importante recordar que la efeméride del “día del libro” fue propuesta para
recordar a Cervantes, quien, junto a otros notables escritores (Shakespeare,
Inca Garcilaso de la Vega), falleció un día como hoy.
LOS LIBROS CON SUS SEMEJANTES:
LA BIBLIOTECA
Las bibliotecas son el lugar ideal para conectarnos con la lectura.
Los libros se encuentran con sus semejantes, mientras esperan ansiosos a que
muchas miradas se posen en sus líneas y decenas de dedos deslicen sus hojas
hasta llegar a la última página. Es en estos recintos donde se deben realizar
múltiples actividades: ofrecer los libros en estanterías abiertas, fórums y
conversatorios, presentaciones de libros, entrevistas a escritores,
cuentacuentos, intercambio de experiencias de lectura, representaciones de las
obras, talleres diversos, etc.
Recuerdo con mucha nostalgia y emoción cómo logré enganchar en la lectura a un pequeño grupo de jovencitas de quinto
grado de primaria, quienes habían acudido a la biblioteca donde yo trabajaba
para hacer sus tareas. Un día, cuando estaban por marcharse, les pregunté si
querían curiosear un poco con los libros en una nueva sala infantil, donde nos
podíamos sentar en el suelo sobre pisos de goma EVA, sacarnos los zapatos,
ponernos en la posición que nos proporcionara más comodidad, y después de leer
comentar cada capítulo pero sin preguntas inquisitivas ni gestos de burla. En
ese espacio distendido, a través de varias jornadas, pudimos avanzar con
diversas obras clásicas adaptadas para niños de esa edad, como Paco Yunque, Colmillo Blanco o Corazón; y el resultado fue asombroso:
las niñas no sólo empezaron a ir con mayor asiduidad a la biblioteca sino que
ya eran ellas quienes me buscaban para pasarla bien, es decir para leer;
disfrutábamos de la lectura, que por lo general la hacíamos en voz alta;
mejoraron su dicción, capacidad receptiva, comprensión lectora, entre otras
competencias. Y lo más trascendente: se dieron cuenta de que la lectura puede
ser una actividad muy amena, divertida y de gran aprendizaje.

APEGO A LA LECTURA
Para fomentar desde edades tempranas el apego a la lectura, a ser
activos y creativos en vez de pasivos y sólo receptores, a encontrar sosiego y
necesidad, tanto intelectual como espiritual, en compañía de un libro,
necesitamos cambiar la manera de cómo nos acercamos a los neolectores. Si lo
hacemos por medio de obligaciones e imposiciones, más tarde que temprano los
adolescentes y jóvenes verán la lectura con rechazo.
Por ello es crucial que todas las bibliotecas, ya sean estas
particulares, públicas, municipales, o escolares motiven el acercamiento a los
libros desde adentro, con un buen servicio, cálida atención y actividades
permanentes; pero también promoviendo la lectura en espacios al aire libre,
como parques y plazas por ejemplo, de tal manera que puedan converger momentos
distendidos de interacción familiar en torno a un libro.
Para que se fragüe el apego a la lectura debe existir complementación
en el círculo próximo de una persona; una pequeña biblioteca o al menos un
estante en casa con libros ayuda, pero más aún el hecho de que los integrantes
de una familia compartan sus experiencias y se contagien los unos a los otros
leyendo, al menos, unas horas a la semana.
¿QUÉ ES EL LIBRO?
Es la evidencia más contundente del desarrollo y evolución de nuestra
especie, pues permite que ya no dependamos únicamente de la transmisión oral
(que también sigue siendo muy importante) de conocimientos, información, arte y
cultura, sino que podemos masificarla pero al mismo tiempo individualizarla.
ESCASEZ DE LECTORES
No es un descubrimiento anunciar que en el Perú se lee poco. Incluso
hay comunidades rurales donde el índice de analfabetismo es muy elevado
(resulta contradictorio que el Estado exija la participación ciudadana cuando
no está garantizado el derecho básico de acceso a la lectura; por ejemplo, en
elecciones hay muchas personas que sufragan sin saber leer ni escribir).
Se están haciendo esfuerzos e inversiones en cultura y educación, no
hay que negarlo; pero resultan insuficientes, quizás por no estar integrados ni
articulados. Las pocas páginas que, en promedio, lee un peruano en el año son
más por deber que por placer; si no logramos compartir momentos y espacios de
lectura con entusiasmo, sobre todo con los más chicos, la lectura será para
ellos como suelen ver a las verduras: poco agradables, aceptándolas más por
imposición que por elección propia.
LECTURA VS. VIDEOCRACIA
A decir de Sartori, vivimos en una videocracia porque impera la imago; entonces se torna más complicado
que las personas lean y se concentren porque nuestro cerebro tiende a la
desatención, y con tantas distracciones visuales es una tarea compleja. Aunque
este es un panorama adverso, no debe desanimarnos.
FINALMENTE, debemos tener presente que la lectura no se obliga ni se impone sino que se vive y se experimenta,
se ejercita y se procesa, se sufre y se disfruta; y en ese proceso cognitivo, emocional e intelectivo
siempre habrá un libro aguardando por nosotros para ser descubierto. La buena
noticia es que ya sabemos dónde está ese tesoro; y no necesitamos de mapas ni
embarcaciones, sólo animarnos a tener conexión con una actividad que será
siempre una gran compañía en nuestras vidas.