jueves, 9 de marzo de 2017

EL FACTOR TIEMPO

Por Nando Vaccaro Talledo – Marzo 2017
nandovaccaro@gmail.com
https://lapalabrabrota.blogspot.pe  


Cuando nos preguntamos por lo más valioso que tenemos en la vida (además de la vida misma, por supuesto) generalmente pensamos en nuestros seres amados: esposa, hijos, padres, hermanos, familiares, amigos, y un poco menos en nuestros logros y obtenciones; y en menor medida aún hacemos referencia a tener una buena salud. Sin embargo, hay un factor preponderante para determinar (además del aspecto emocional) qué tan bien nos sentimos y cuánto se puede prolongar: el factor tiempo.

El tiempo es uno de los conceptos o definiciones más polisémicas y polivalentes que existe, y que puede resultar relativo en muchos casos pero también absoluto (de esto último, según la mecánica de Newton el tiempo es independiente de la situación y movimiento del espectador). Basta con dar una mirada a las descripciones de tiempo en el diccionario; las del DRAE son las oficiales, pero yo prefiero y recomiendo, en general, las interpretaciones vertidas en www.wordreference.com por ser más coherentes y prácticas.

El tiempo es/son: la duración y las secuencias de todo lo que vivimos y experimentamos (para lo primero la unidad internacional de medida es el segundo, para lo último las secuencias o “tiempos” pueden ser el pasado, presente o futuro); el clima y por extensión las estaciones del año; la oportunidad de hacer algo (“cada cosa a su tiempo”); los actos en que se divide algo (ejercicios militares, encuentros deportivos, etc.); y hay muchas construcciones semánticas con la palabra tiempo que hacen alusión, entre otras cosas, a la gramática, informática, música, astronomía y hasta al ámbito religioso.

En este artículo quiero circunscribir el tiempo a su carácter democrático, es decir la cara más “humana” del tiempo. Todos los seres de la tierra, y por supuesto el hombre sin distinción social, cultural o económica, tenemos 24 horas al día (y no 25 como la canción de Proyecto Uno). Y no tenemos ni el tiempo y menos la vida comprada, aunque algunos viven con una indiferencia tal que despilfarran lo más preciado que tenemos: el tiempo. Por eso bien decía Facundo Cabral: “hay gente que va de la cuna a la tumba y nunca se percata de su existencia”.


Muchos viven como si no fueran a morir nunca, y lejos están de querer aprender para ser mejores personas. Esto dista una eternidad de lo que pregonaba Mahatma Gandhi: “vive como si fueras a morir mañana: aprende como si el mundo fuera a durar para siempre”. Hay personan que no viven, y menos aprovechan su tiempo, sino que deambulan por la vida, como si su definición de personas fuera como la de casi el resto de seres vivos: nacer, crecer,  reproducirse y morir (y dije casi porque hay animales que cumplen funciones vitales en la naturaleza, como las abejas, y otros que acompañan y dan tanto amor como le es posible; verbigracia los perros y los gatos).

La vida es tiempo. Tiempo de palabras, actos y decisiones que vamos construyendo segundo a segundo. Podemos tropezar y caer pero no quedarnos en el suelo (no hay tiempo para eso). Podemos equivocarnos pero tenemos el derecho, y sobre todo el deber, por agradecimiento a Dios y a la vida, de enmendar nuestros yerros. Por eso Víktor Frankl, psiquiatra judío que sobrevivió al holocausto nazi, y que en adelante al fin de la segunda guerra mundial no perdió ni un segundo en su vida, nos aconseja: “vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar”.

Debemos vivir a tiempo completo, de lunes a domingo, y no solo los fines de semana. La vida está en marcha y aún estamos a tiempo, como cantó alguna vez el incomparable Cantiflas. Por eso, agarremos al tiempo en nuestras manos antes de que se nos escurra como la arena fina del mar. No vayamos contra el tiempo, mejor ir de la mano con él; hagamos las cosas con tiempo, antes de que el tiempo nos haga cosa, o mejor dicho polvo.

Hay experiencias que mejor tiempo al tiempo (como ser padres cuando tengamos un sensato grado de madurez y algo de solvencia), y debemos tener presente que también existen eventos en nuestra vida que no llegan cuando los queremos sino cuando los necesitamos y merecemos, así que todo a su tiempo (obtener un título profesional, comprar un auto). No te quejes de que no hay tiempo; es tarea nuestra discernir entre lo importante y lo urgente, entre lo momentáneo y lo esencial (estar con las personas que amamos).  

Como recomendaba el poeta Horacio: “Carpe Diem”. Aprovecha tú día al máximo, sácale el jugo a la vida porque, como expresaba otro poeta, esta vez Virgilio: “tempus fugit”, el tiempo vuela y se nos escapa. Seamos felices todo el tiempo, no solo de tiempo en tiempo, porque no es suficiente; el corazón necesita recargar energías todos los días. Finalmente, y tal como le decía en la canción The girl is mine Michael Jackson a Paul McCartney: “¡Don't waste your time! (¡no desperdicies tu tiempo!).






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