Por Nando Vaccaro Talledo – Enero 2017 (Breve ensayo académico)
El escenario
pedagógico en la educación del nivel superior tiene un horizonte más
claro y esperanzador, puesto que ahora ya no se persigue la idea de enseñar por
contenidos ni evaluar solo por exigencia de la institución y/o sociedad, sino
que la enseñanza-aprendizaje y la
evaluación forman un todo integrador,
indivisible, en un proceso que busca trabajar en el desarrollo de competencias y capacidades del estudiante para atender a la problemática de su coyuntura
social.
En este sentido, el modelo socioconstructivista, impregnado del enfoque ecologista, se
yergue como la variante más completa, enmarcada en un nuevo paradigma que rompe con la idea del docente como epicentro
del proceso pedagógico y, por el contrario, le brinda un rol preponderante y
activo al estudiante. Estos atributos le exigirán al alumno mayor autonomía y responsabilidad, pero al mismo tiempo encontrará
más sentido a su educación porque ahora se puede evidenciar que el proceso de
enseñanza-aprendizaje “sirve para la vida”, una visión que antes, con el
enfoque tradicional, generaba incertidumbre y desazón al no hallar referencias
reales en lo que se proyectaba en clase.
Por supuesto que los enfoques anteriores y
tradicionales, como el conductista o el cognitivista, no deben ser del todo soslayados. Sus fundamentos han prevalecido por mucho tiempo y ello les confiere jerarquía para situarlos como una opción de consulta. Sin embargo, las exigencias del mundo actual, como la globalización, la injerencia inexorable de la tecnología y la demanda de innovación y cambio constantes demandan un enfoque que se adapte a esos y otros requerimientos, que por supuesto son tenidos en cuenta por el socioconstructivismo.
tradicionales, como el conductista o el cognitivista, no deben ser del todo soslayados. Sus fundamentos han prevalecido por mucho tiempo y ello les confiere jerarquía para situarlos como una opción de consulta. Sin embargo, las exigencias del mundo actual, como la globalización, la injerencia inexorable de la tecnología y la demanda de innovación y cambio constantes demandan un enfoque que se adapte a esos y otros requerimientos, que por supuesto son tenidos en cuenta por el socioconstructivismo.
En lo
estrictamente pedagógico, Díaz Barriga (1999) establece dos explicaciones sobre
la evolución de la didáctica: la
primera es desde la perspectiva clásica, centrada en el contenido, y que
obedece al enfoque tradicional; la segunda surge a partir del movimiento de la
escuela activa, que promueve centrar el foco de interés en el estudiante. Es
decir, ahora no es que el maestro
enseñe, sino que el estudiante aprende. Y esto sea dicho sin ánimos de relativizar
ni menospreciar la labor docente. La intención es potenciar la energía y
capacidades del educador para que los procesos de enseñanza que guíe y facilite
resulten más óptimos y apropiados. En pocas palabras, que no enseñe para
cumplir con su trabajo sino que su vocación sea realmente motivadora para los estudiantes. Y para lograrlo, el planteamiento
didáctico resulta fundamental.
En su artículo científico La didáctica como herramienta de la pedagogía en la educación superior,
el doctor en pedagogía Tiburcio Moreno Olivos (2011) define a la didáctica como una ciencia teórico-práctica,
que trata el qué, cómo y cuándo enseñar. Si esta descripción la llevamos al
campo de la literatura, veremos que
también hay conexión, porque en una obra importan
tanto el qué y el cómo se narran los hechos. Una buena historia mal contada
quedará en el olvido. De igual manera una clase o sesión de aprendizaje con
estupendos contenidos pero sin una propuesta didáctica activa y coherente con la
estructura de las competencias, adolecerá de interés por parte de los
participantes.
Y en este punto hay que tener mucho cuidado y
recelo con las tecnologías, pues no
basta con equipar de novedosos aparatos la universidad cuando ni los profesores
están actualizados ni es consecuente con los propósitos que se persiguen.
La tecnología, la infraestructura, los materiales y recursos deben estar al
servicio de la educación, pero no son un fin en sí mismos. El
socioconstructivismo alerta sobre estos riesgos, e impulsa el planteamiento de
estrategias metodológicas dinámicas, cuyos procesos pedagógicos permitan cubrir
los cuatro procesos de aprendizaje
fundamentales en la educación superior: aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a convivir, aprender a ser.
Finalmente, es menester destacar que el despliegue
de una propuesta didáctica debe estar sustentado en un marco teórico y
conceptual. Por esta razón, el Dr. Moreno
señala de manera tajante: “la didáctica
no debe concebirse únicamente como un variado conjunto de estrategias docentes”. Es por ello que cualquier
iniciativa didáctica necesita estar alineada con una estructura pedagógica
coherente, y dentro de la misma las estrategias metodológicas deben demostrar pertinencia entre los procedimientos
a seguir y el desarrollo de competencias.
Bibliografía
Díaz Barriga, Á. (1999). Didáctica y currículum.
México: Paidós.
Merino Marchán, J. M.
(2016). Módulo Didáctica en Educación Superior. Piura: UNP.
Moreno Olivos, T.
(2011). Didáctica en la eduación superior: nuevos desafíos en el siglo XXI. Perspectiva
Educacional, 26-54.
Rosselló Ramon, M. (2005).
Didáctica general versus didácticas específicas: un viaje de ida y vuelta. Educació
i Cultura, 133-142.
Sevillano García, M. L.
(2004). Didáctica y Currículum: controversia inacabada. Enseñanza,
413-418.
No hay comentarios:
Publicar un comentario