Por Nando Vaccaro
Talledo
EN EL MARCO DEL DÍA
CENTRAL (25 DE SEPTIEMBRE) DE LA PREVENCIÓN DEL EMBARAZO ADOLESCENTE – Encuentro con adolescentes en
el Teatro Municipal de Chulucanas (2018)
¿Por qué estamos hoy reunidos y reunidas?
Por supuesto que lo saben, lo
sabemos; pero más allá de los aspectos preventivos y la búsqueda de
sensibilización, las dudas anticonceptivas y la información y consultas que se
requieran, que serán explicadas con toda la pericia de nuestras amigas
enfermeras y obstetras, los invito a que reflexionemos respecto a lo siguiente.
Hoy nos hemos congregado para
recordar que somos personas con nuestros propios sueños. Alguna vez fuimos el
sueño que soñaron nuestros padres y hoy somos nosotros y nuestros anhelos y
esperanzas, con muchos retos que superar pero también con muchas conquistas que
realizar.
Un hijo es y será siempre una
bendición; nadie puede dudar de ello. Sin embargo, todo tiene su tiempo y su
momento en la vida. Hoy es tiempo de ustedes, de conocerse más para dejar
aflorar sus virtudes; es momento de tomar verdaderamente conciencia de la
existencia, de la propia individualidad, y que depende de cada uno de ustedes
empezar a forjar un gran destino, en el que se vislumbra, desde luego, el sueño
de contar con la dicha y la responsabilidad de tener, dentro de algún tiempo,
un ser humano su cargo, es decir ser padres (pero padres conscientes).
Para arribar a ese estadio
primero se debe mirar hacia dentro, en un proceso constante de autodescubrimiento
y evolución. En este proceso, una verdadera aventura por cierto, puesto que
actualmente se está más pendiente de los demás que de saber qué queremos para
nuestras vidas, hallaremos el cofre de nuestros talentos, con el cual debemos
ser cautelosos, abrirlo con cuidado y empezar a labrar en ellos, esculpir cada
paso que demos, convertirnos en artistas de nuestra propia vida y fraguar el
sendero que queremos recorrer. Todos tenemos algo grandioso para realizar en la
Tierra, y de esa manera honrar la dicha de estar vivos. Recordemos que no ha
sido fácil para la mayoría, que muchos se han quedado en el camino, a medio
vivir, e incluso también hay casos en los que ni siquiera pudieron ver la luz
del sol.
Cuando se precipita la llegada de
un nuevo ser es más que probable que se experimente temor y hasta frustración,
porque no se abrió ni exploró el cofre del cual hablábamos y por lo tanto no se
empezó a erigir los sueños propios. Y resulta más complejo ofrecer tiempo,
cariño, atención y comprensión a un hijo cuando aún nuestros anhelos no han
sido logrados; o por lo menos cuando ni siquiera se ha intentado.
Todo tiene su tiempo y su
momento. Resulta imprescindible recordarlo. Deben estar alertas para que no les
gane el ímpetu pasional, los impulsos de hormonas alborotadas, los arrebatos de
un deseo pasajero y efímero que puede convertirse en un sueño muy apresurado, y
por lo mismo más en un tormento que en una alegría.
Suele ser un pecado de juventud,
y más de adolescencia, confundir el verdadero amor con la dicha momentánea. El
verdadero amor es recíproco, respetuoso, preocupado y requiere comprensión y
madurez; requisitos imprescindibles para que el sueño de una nueva vida germine
en el mejor de los escenarios, aun si se tuvieran que sortear vicisitudes
económicas.
Todo tiene su tiempo y su
momento. Y es tiempo de que empiecen a crecer y desarrollarse como personas,
para que la magia de la paternidad y la maternidad llegue en el momento correcto.
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