Por Nando
Vaccaro Talledo – Septiembre 2016
Coaching es un término de origen
anglosajón, que literalmente
significa “entrenamiento” y procede del
verbo “to coach” que es entrenar.
Solemos escuchar esta palabra en el ámbito deportivo, y en estas últimas
olimpiadas los periodistas decían que el coach de determinada competidora, el
coach de tal equipo. Sin embargo, en
este artículo es mi intención hablar del coach y en especial del proceso de coaching
como una metodología práctica para el desarrollo y la superación en la persona,
a través del acompañamiento y la guía, permitiendo que alguien logre metas que
por una u otra razón antes no podía.

Según John Whitmore, en su libro Coaching: el método para alcanzar
el rendimiento de las personas, el coaching tiene 5 elementos esenciales en
su desarrollo:
1. La observación de nuevos puntos permite que el entrenado encuentre soluciones y las
alternativas de que dispone para alcanzar sus objetivos.
2. Esta observación lleva a la toma de conciencia, básicamente acerca de nuestro poder de
elección. El entrenador centrará al “coachee” (persona que hace coaching) en
las elecciones que toma y sus consecuencias, brindándole herramientas
específicas para elegir conscientemente y con mayor efectividad.
3. La determinación de objetivos es esencial
para todo proceso de coaching; el contar con objetivos claramente definidos que
servirán de guía para la toma de decisiones y acciones.
4. Una vez reunida
toda la información, hay que actuar de
forma sostenida en el tiempo. El entrenador acompañará de cerca este
proceso ayudando a superar las dificultades que aparecen al llevar a la
práctica las actuaciones.
5. En todo momento es
imprescindible comprobar si nos
acercamos o nos alejamos del objetivo marcado. Esto permitirá tomar
acciones correctivas y así contribuir a la obtención de los logros buscados.
Es resumen, el coaching es un proceso a través
del cual una persona hace lo que se ha propuesto hacer, con la diferencia que
antes no se daba cuenta de cuál era el mejor camino o las decisiones más
correctas. Este método permite explorar en el interior de uno mismo para
autodescubrirse, y esto da como resultado que la persona se dé cuenta de que
tiene habilidades que estaban dormidas porque no había explorado en la dentrura
de su ser. ¿Les resulta común la frase “no sabía que podía hacerlo, hasta que
lo hice”? La idea es que el coaching
ayude a develar lo inexplorado y a lograr lo inconcluso.

Este término y
su procedimiento no son tan novedosos como parece. En realidad, surgió hace cientos de años, antes de
cristo, en la Grecia Antigua, y se denominaba “mayéutica”, que significa “dar a
luz”. ¿Por qué se llamaba así? Pues porque Sócrates estaba convencido de que
el saber trae a la luz, devela un nuevo
conocimiento. A diferencia de otros filósofos y maestros griegos, como los
sofistas, Sócrates usaba una técnica que
consistía en hacer preguntas precisas y profundas a su interlocutor para que este,
a través de la reflexión y el autoanálisis, llegue al conocimiento con sus
propias facultades, y no con un saber impuesto. En pocas palabras: la
verdad y la respuesta a lo que queremos la llevamos dentro, solo debe
despertarse en nosotros a través de la búsqueda y una guía acertada.
Es
por ello que el coaching hace que algo
inconsciente en nosotros llegue al entendimiento, y que ese entendimiento se haga consciente, y luego nuevamente
vuelva a ser inconsciente (pero ya activado en nuestra conducta) para que no
ocupe nuestros pensamientos y podamos ser conscientes de otro conocimiento. Un
ejemplo doméstico es cepillarse los dientes. Al principio surgió como una meta
para nuestros padres, quienes debían ayudarnos a realizarlo; luego, cuando
estábamos más grandecitos, nos exhortaban a hacerlo. Después sistematizamos ese
conocimiento (y lo ideal sería por una toma de conciencia, porque es bueno para
mi salud, al margen del mandato de mis padres), y por último se incorpora a
nuestro inconsciente, y ya nadie debe recordárnoslo porque nos es inherente que
el cuidado de nuestros dientes nos favorece.
Los padres y profesores así como los
jefes o líderes pueden llegar a ser grandes coaches. Antes que nada debe haber
mucha confianza y comprensión, y se debe tomar un tiempo especialmente para
hacer el ejercicio. Es
importante empezar poniendo horarios y
haciendo un esquema de lo que se quiere realizar (por ejemplo, si un padre
quiere que su hijo sea más responsable y eficiente. Nada funciona bien en la
anarquía ni en un libre albedrío irreflexivo). Aun breve, el espacio dedicado deberá
ser de calidad y tiene que incluir, al
menos, escucha activa, feedback y empatía. Por último, y esto sobre todo en
el caso de los padres, la educación empieza
con el compromiso ético, y eso solo puede conseguirse a través del ejemplo y la
coherencia de nuestros actos (si no soy ordenado o nunca leo un libro no
puedo exigir que mi hijo lo haga). Así que ¡a
esforzarnos, practicar y perseverar para conquistar nuestras metas!
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