domingo, 8 de enero de 2017

PROACTIVIDAD ¡Todo empieza por uno mismo!


Por Nando Vaccaro Talledo – Enero 2017
nandovaccaro@gmail.com
https://lapalabrabrota.blogspot.pe/


"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota."  
Madre Teresa de Calcuta


  
"Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”
Mahatma Gandhi



En la institución donde trabajaba yo veía que se generaban dificultades a la hora de inscribirse y pagar los alumnos porque nadie se atrevía a sugerir cambios o proponer modificaciones necesarias y menos a realizar algo concreto. Entonces planteé nuevas alternativas para agilizar los trámites, e incluso me ofrecí para ir algunos sábados (mi semana laboral era de lunes a viernes) y poner en marcha lo propuesto. 

Por aquel entonces trabajaba en el área de logística en una Sociedad Civil que ofrecía una serie de capacitaciones, y mis funciones aún nada tenían que ver con la parte pedagógica o didáctica. Sin embargo, observaba una serie de problemas que debían resolverse para alivio de los alumnos, pero también de la institución y por supuesto de quienes trabajábamos ahí, pues era incómodo relacionarse con personas malhumoradas que renegaban y se quejaban todo el tiempo pero que preferían quedarse en el molde y no salir de su “zona de confort”. 

Finalmente se aplicaron las propuestas y en pocos días me encontraba con rostros renovados, tanto de los estudiantes como de mis compañeros de trabajo. Me sentí muy satisfecho, y eso que las mejoras no me beneficiaban directamente. La esposa del dueño se acercó un día y me felicitó por ser muy “proactivo”. Esa fue la primera vez que escuché ese término. En aquel entonces no sabía su significado, por lo que al inicio lo confundí con hiperactivo o productivo

En las semanas siguientes no solo recibí muestras de gratitud verbal sino también un aumento, que siempre viene bien, pero además obtuve la mejor de las recompensas: darme cuenta de que me gusta el servicio y la formación de personas, y decidí primero concluir mi carrera de ciencias de la comunicación y luego capacitarme como coach y expositor de todo lo concerniente a Habilidades Blandas y Relaciones Interpersonales. 

El significado más concreto de PROACTIVIDAD es el de tomar la iniciativa en un contexto determinado, y hacerse responsable de esa propuesta en la intervención y realización de la misma. Muchas personas, en sus trabajos o en sus hogares, no ofrecen propuestas para mejorar aspectos que están provocando conflictos, ya sea porque no se animan o temen no ser escuchados, y que al final no se obtengan los resultados esperados; o lo más penoso de todo porque no les interesa y tienen flojera de que por esa iniciativa recaiga más responsabilidades sobre ellos. Y esto último es precisamente lo contrario: REACTIVIDAD, cuando nos desinteresamos de lo que sucede en nuestro entorno, cuando teniendo la oportunidad de proponer o hacer algo simplemente nos quedamos en las mismas, aunque veamos que todo es caótico y agobiante.  
La voluntad humana es una de las energías más fuertes que existe. El psiquiatra Viktor Frankl lo corroboró intensamente cuando fue prisionero tres años en un campo de concentración Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces reconoció en la voluntad y la decisión unas de las mayores fortalezas para lograr cosas extraordinarias, y de vital repercusión para no sucumbir ante las circunstancias más terribles que se puedan presentar. De su experiencia personal y del análisis de la situación extrema que atravesaban los sometidos surgió el neologismo PROACTIVIDAD, para describir la conducta y actitud de aquellas personas que, aún en la coyuntura más extrema de supervivencia, se hacían cargo de su propia vida, de su yo interior, y no solo luchaban para no abandonarse sino que además sus pensamientos y sus acciones eran de entereza, de gratitud y compañerismo.[1]


Por lo general hacemos lo que hacemos porque hay una recompensa que esperamos recibir, sea un sueldo en el trabajo, un plato de comida en casa o una satisfacción al adquirir algo o estar junto a un ser querido. Y evitamos hacer lo que no debemos por temor a las sanciones, como pasarnos una luz roja para no pagar una multa, procurar no entregar el trabajo a destiempo para librarnos del memorándum o incluso no faltar a las obligaciones familiares para evitar discusiones.

En todos los casos, por lo general, nos hemos acostumbrado a realizar lo mínimo e indispensable que nos corresponde, y a evitar inconvenientes. ¿Se puede vivir así? Claro, es una vida horizontal, sin problemas pero también sin grandes sorpresas. Sabemos y sentimos, no obstante, que podemos dar más porque en nuestra esencia humana está la capacidad de entrega, de compartir, de querer que las cosas mejoren en nuestro entorno porque eso nos hará más felices –y seremos de influencia positiva para los demás–, al margen de que pueda generarnos también réditos materiales. Entonces, si lo sabemos, si lo sentimos y está en nuestros ADN, ¿por qué nos quedamos inoperantes, limitándonos nosotros mismos a plasmar grandes ideas, a generar un ambiente más grato e incluso a producir con mayor eficacia?  

Pues porque los factores externos nos han hecho olvidar nuestra sabia naturaleza interior, porque hemos perdido un poco la confianza y las motivaciones intrínsecas, y porque, en definitiva, nos hemos malacostumbrado a vivir en el caos. Ahora creemos que las malas noticias son todo lo que pasa en el mundo, que está bien vivir enemistado con nuestros colegas y que estar a la defensiva es la mejor manera de evitar problemas. Y en esto radica el craso error de la mayoría; error que, felizmente, puede ser corregido y superado. ¿Qué se necesita? Pues, simplemente, voluntad y decisión para que las cosas empiecen a cambiar desde uno, desarrollando nuestras habilidades blandas[2] para luego ver el reflejo de ese cambio en las otras personas; entonces el mundo ha de brillar más gracias a nuestra inquebrantable proactividad.





[1] Sugiero la lectura del libro EL hombre en busca del sentido, de Viktor Frankl, quien no solo sobrevivió de manera increíble y digna a los campos de concentración, sino que vivió 95 años para ayudar a las personas a través de su profesión y desarrollar la “Logoterapia”, o terapia del sentido de la vida, de la cual él es su creador.

[2] Sugiero visitar la web del coach Vilmar Braga (mi mentor) http://www.coachingdeespiritu.com/ y en particular leer su artículo referido a este tema de Habilidades Blandas: http://media.wix.com/ugd/7511ea_07c2143825d24656a029a6a88b9e4c7c.pdf


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