viernes, 28 de marzo de 2025

MARIO VARGAS LLOSA: EL INMORTAL (Por Nando Vaccaro Talledo)

Por Nando Vaccaro Talledo (marzo, 2025).

Círculo de Lectores, un espacio magnífico de divulgación literaria, tanto en formato virtual como físico, ha dedicado su décima edición de revista para homenajear a nuestro premio Nóbel en el día de sus 89 años. Para acceder a esta revista de manera gratuita, en caso de no conseguirla en formato impreso, basta con entrar a la web https://circulodelectores.pe y hacer clic en la sección “revista literaria”. En esta parte están alojadas las 10 revistas que ya se han publicado, además de todos los artículos, cuentos, poesías y otros textos que se comparten a diario, con un criterioso sentido de calidad literaria.

Portada de la edición 10 de la revista "Círculo de lectores".

El título de la décima edición de la mencionada revista es “Mario Vargas Llosa: el inmortal”. Y realmente le hace justicia, pues más allá de los años que el aclamado escritor pueda estar sobre la tierra (que ojalá sen muchos más), su nombre y su obra perdurarán por siempre. Es definitivamente uno de los mejores escritores de nuestra lengua y de todas las lenguas.

Además del premio Nóbel de Literatura (2010), ha recibido múltiples galardones como el Gran Collar de la Orden del Sol del Perú (2023), el Premio Príncipe de Asturias de Letras (1986), el Premio Miguel de Cervantes (1994) Premio de la Crítica de Narrativa Castellana (1964), Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1967), Premio de la Crítica de Narrativa Castellana (1967); y el Premio Planeta (1993).

Asimismo, es miembro de diversas organizaciones como la Real Academia Española, la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, la Academia Brasileña de Letras, la Academia Peruana de la Lengua y la Academia Francesa. Y tiene múltiples distinciones de doctor honoris causa por prestigiosas universidades del mundo. Basta con entrar a la página web del autor para quedar maravillado ante tantos laureles, que hasta pareciera imposible que una sola persona haya logrado tanto en una sola vida.

Aún recuerdo como si fuera ayer aquel día de octubre del 2010, cuando nos enteramos de la noticia: Mario Vargas Llosa recibía, por fin, el Premio Nobel de Literatura. Y como bien menciona Gabriel Rimachi, director de Círculo de Lectores, con ese galardón puso “toda la atención del mundo en el Perú, en los paisajes, tiempos, historia y memoria que había necesitado el escritor para construir una obra que desarrollara «su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes agudas de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo». Pero este premio era el corolario de una vida dedicada a la literatura. Vargas Llosa es parte de la historia social de América Latina, su voz, sus historias, sus obsesiones, sus inteligentes críticas al poder y las tiranías, su paso por la izquierda revolucionaria, su decepción de la misma, su conversión a liberal y desde entonces su firmeza en esas ideas de libertad, han hecho de él un referente ineludible para entender nuestro país”, precisa Rimachi.

Mario Vargas Llosa nació en Arequipa en 1936 y es, desde hace varias décadas, uno de los escritores más influyentes de la literatura contemporánea. Su obra abarca novelas, ensayos, obras de teatro y periodismo, y ha sido traducida a numerosos idiomas. Para conocer el impacto de su obra en la literatura mundial, mencionaré algunos puntos clave. Vargas Llosa es conocido por su dominio de técnicas narrativas complejas, como el uso de múltiples perspectivas, saltos temporales y monólogos interiores. Sus novelas exploran la condición humana, la política, la historia y la cultura latinoamericana con profundidad y perspicacia. Es menester mencionar obras como La ciudad y los perrosLa casa verde y Conversación en La Catedral, que han sido fundamentales para dar a conocer la realidad social, política y cultural de América Latina al mundo, y en particular la de nuestro país. Asimismo, Vargas Llosa ha sido un defensor incansable de la libertad de expresión y de los derechos humanos, y su obra refleja su compromiso con estos valores.

Sala "Vargas Llosa" de la biblioteca municipal de Piura.

Un aspecto que debo rescatar es su vínculo con Piura. Precisamente en su artículo académico titulado Piura en la obra narrativa de Mario Vargas Llosa, El poeta Marcos Matos señala que el Nóbel “escoge distintas porciones del territorio de América como escenario de sus obras de ficción. Dentro de sus múltiples opciones, Piura es, dentro del Perú, la zona privilegiada, pues varias de sus obras se desarrollan dentro de ese espacio geográfico. La ficción es para Mario Vargas Llosa una cristalización de todos los actos humanos, en este caso de los habitantes de Piura. A través de sus personajes establece vínculos entre toda su obra ficcional. Los jefes, La casa verde y El héroe discreto muestran un permanente interés por la cultura del Perú, especialmente la de Piura”. Es importante recordar que, después de haber estado dos años en el colegio militar “Leoncio Prado”, es en Piura (en la emblemática institución educativa San Miguel) donde termina la secundaria, y en donde empieza a dar sus primeros pasos firmes en la narrativa, la dramaturgia y el periodismo. Además de las novelas mencionadas, y de la obra de teatro La Chunga, varios de los relatos incluidos en su libro de cuentos Los jefes fueron ambientados en Piura.

Por eso, Marcos Matos no se equivoca en precisar que “Piura en la obra de Mario Vargas Llosa es uno de los espacios privilegiados para el desarrollo de sus ficciones. Y los personajes que escoge, aquellos que son centrales en sus páginas, son emblemáticos, como aquellos llamados “los inconquistables” que personifican la valentía, pero también el machismo, la voluntad de vivir sin rumbo ni objetivos, y al lado hay personajes que se imponen misiones, que personifican –equivocados o no– a la voluntad de poner orden en medio del caos, como el sargento Lituma que reaparece en varias novelas, o el sacerdote García que, llevado por su pasión religiosa, incendia el prostíbulo de la ciudad, o el pequeño empresario de la novela El héroe discreto que resiste al chantaje y quiere llegar al fondo de la verdad. Verdad siempre esquiva al esfuerzo de los seres humanos, como puede advertirse en otra novela de ambiente piurano: ¿Quién mató a Palomino Molero?

Imagen: edición 10 revista "Círculo de lectores".
Vargas Llosa fue siempre un escritor disciplinado y autoexigente. Junto con García Márquez, fue uno de los dos máximos representantes del llamado boom de la literatura latinoamericana. Personalidades ligadas a su entorno no han escatimado en alabarlo: en palabras de Carmen Balcells, la destacada editora de esa camada magistral de escritores, “Vargas Llosa era el primero de la clase”. En una carta que le envío desde París el 18 de agosto de 1965, el genial Julio Cortázar describió la prosa de Mario como un “lujo novelesco y dominio de la materia que ponen a cualquier lector sensible en un estado próximo a la hipnosis”.  

Vargas Llosa también ha sido, por supuesto, un lector prolífico y un crítico literario certero y agudo. Ha dicho siempre que “hay que leer buenos libros, e incitar y enseñar a leer a los que vienen detrás, como un quehacer imprescindible, porque él impregna y enriquece a todos los demás”. Lolita, Muerte en Venecia, El extranjero, Manhattan Transfer, Trópico de Cáncer y El tambor de hojalata son solo algunas de las obras del siglo XX que analiza e interpreta Vargas Llosa en su magistral libro de ensayos La verdad de las mentiras. A estos ensayos se añade un prólogo -con reflexiones lúcidas y apasionadas sobre el sentido de la ficción- y un epílogo. Este espléndido cierre resulta una incitación y una seducción hacia el placer de leer, además de una inmersión en las opiniones del autor.

Otros libros que recomienda Vargas Llosa leer por lo menos una vez en la vida son: Los miserables, de Víctor Hugo; Rojo y Negro, de Stendhal; Las ilusiones perdidas, de Balzac; Madame Bovary, de Flaubert; Moby Dick, de Melville, Los hermanos Karamazov, de Dostoievski; La guerra y la paz, de Tolstoi; La montaña mágica, de Thomas Mann; La metamorfosis, de Kafka; Ulises, de Joyce; En busca del tiempo perdido, de Proust; y la lista podría continuar.

Vargas Llosa ha cumplido 89 años y, a diferencias de años anteriores, ha celebrado lejos de la labor literaria y periodística. Recordemos que él mismo manifestó que su última novela ha sido Le dedicó mi silencio, publicada a fines del 2023, y que actualmente se encuentra enfrascado en un ensayo sobre Sartre, y ello será lo último que escriba. Aunque también dijo alguna vez que le gustaría que la muerte lo encontrara escribiendo.

Instalado nuevamente en Lima, lejos de los eventos públicos, a Vargas Llosa se lo ha visto muy desmejorado físicamente, aunque ello no ha sido impedimento para visitar calles de la capital que él ha inmortalizado en sus novelas. A través de las redes sociales de su hijo mayor, Álvaro Vargas Llosa, se ha podido visualizar su visita por icónicos lugares de Barrios Altos como cinco esquinas y la casa de Felipe Pinglo. En noviembre del año pasado también visitó las instalaciones de su alma mater, el colegio militar “Leoncio Prado”, que inspiraron su icónica novela La ciudad y los perros.

Como se recuerda, Mario Vargas Llosa postuló a la presidencia del Perú en 1990. De haber ganado, quizás el país no se hubiera corrompido a los niveles que ya conocemos. Y tal vez, de haber seguido una carrera política, no hubiera ganado el premio Nóbel. De todos modos, Vargas Llosa siempre ha estado presente en política con una participación destacada desde el periodismo y la esfera académica. Por supuesto, como toda persona, no ha sido ajeno a cambios de visión ni a las críticas por parte de algunos sectores de la sociedad respecto de sus opiniones e ideas en política; aunque esto último no empaña ni desdibuja en lo más mínimo el reconocimiento que debe tener en su condición de literato de clase mundial.

Recientemente, Alonso Cueto, escritor y profesor de la PUCP, ha publicado Mario Vargas Llosa, palabras en el mundo, un libro que explora la obra del Nobel peruano a través de los temas del poder, la utopía y la diversidad. Cueto reflexiona sobre su vínculo con Vargas Llosa y la importancia de leer sus novelas para entender la sociedad peruana. La pretensión del autor es que su libro se convierta en “un ensayo que se lea con placer y con interés”. No se trata de un análisis académico, sino de una lectura apasionada de la obra de Vargas Llosa, y su influencia en la literatura y la vida peruana.

Y personalmente creo que no hay mejor manera de celebrar el octogésimo noveno cumpleaños de nuestro premio Nóbel que volviendo a las obras que nos embelesaron un tiempo atrás, y descubriendo por vez primera aquellas que aún no hemos leído. Pues, aunque parezca mentira, Vargas Llosa lleva ya publicadas 84 obras; es decir, a casi una obra por año de vida. Una proeza realmente extraordinaria, y un legado literario del cual los peruanos debemos sentirnos muy orgullosos.

 

Imagen: edición 10 revista "Círculo de lectores".


 

jueves, 13 de marzo de 2025

LAS VOCES MÚLTIPLES DE GARCÍA MÁRQUEZ EN "CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA", Y LOS DILEMAS QUE DEBE AFRONTAR EL LECTOR

    LAS VOCES MÚLTIPLES DE GARCÍA MÁRQUEZ EN 
    CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

 Y LOS DILEMAS QUE DEBE AFRONTAR EL LECTOR

Por Nando Vaccaro Talledo – marzo del 2025

El 6 de marzo, Gabriel García Márquez hubiera cumplido 98 años. Y aunque han pasado once años sin su presencia física, el Nobel colombiano está siempre presente a través de sus libros y de su pluma brillante e inconfundible. En este artículo no pretendo hacer un resumen o comentario de Crónica de una muerte anunciada, sino enfocarme en sus voces narrativas y en los aspectos técnicos, e invitarlos a dar una mirada tras bambalinas para poder vislumbrar algunos trucos del gran mago y prestidigitador de la palabra que fue García Márquez, y de las interrogantes que nos va planteando la historia.

Foto tomada de la web: www.elcolombiano.com 

Crónica de una muerte anunciada, publicada en 1981, poco antes de que Gabo recibiera el galardón que lo pondría, con justicia, en las vidrieras del mundo literario, es una obra monumental. Relato híbrido, en esta se funden el narrador literario (a través de señuelos de la novela policial), el periodista de reportaje, el investigador civil, y hasta breves atisbos con tintes autobiográficos. García Márquez juega con un yo narrador, deslizándose en el relato como el reportero que va reconstruyendo los hechos del asesinato de Santiago Nasar, a través de una estructura polifónica, en la que reconstruye la historia desde muchas voces y miradas.

La novela empieza con los dichos contrapuestos de quienes recordaban ese día: algunos lo evocaban soleado, y otros no. Hasta el mismo narrador manifiesta que se había amanecido en una parranda después de la colosal boda. Los personajes circunstanciales pululan ante el lector, y la mayoría aparece una sola vez, pero son parte del engranaje y del tejido de toda esa red que conforma el pueblo durante el suceso de la muerte de Santiago.

Las descripciones estupendas de García Márquez no sólo reflejan un manejo diestro del lenguaje, sino la pericia de mostrarnos los hechos “reales” de manera maravillosa. Es inevitable relacionar a Bayardo San Román con el Conde de Montecristo: la aparición fastuosa del forastero, que todo lo hacía y todo lo podía con su riqueza, es similar a la aparición de Edmundo Dantés en la novela de Alejandro Dumas. Los diálogos son cortos, pero con un nivel de contundencia rotundo. El mismo escritor mencionó, en una entrevista concedida a radiotelevisión española en 1982, que “Toda la gente del Caribe habla como filósofos y como profetas”.

La obra se sostiene y se conecta a través de los comentarios y respuestas que recibe el narrador-investigador en el proceso de reconstrucción de los hechos. La voz que cuenta no afirma con certeza nada; por el contrario, recurre a las afirmaciones (y contradicciones) de los actores secundarios de la historia, que van apareciendo según el momento temporal en que se encuentra el relato (diseñado de modo cíclico, aunque la novela no está divida en capítulos, consta de cinco bloques, y en cada uno se llega siempre al mismo punto).

Sobre los diálogos y las secuencias se construye toda la novela, que empieza por el final, pero no para estropear el misterio, sino para domar al lector con el magnetismo de una prosa envolvente, porque desde un inicio ya sabemos qué va a pasar. Entonces, muchos dirán, ¿si ya sé cómo termina la historia, para qué seguir leyendo? Porque el autor hipnotiza al lector desde las primeras líneas, y consigue que esté pendiente de cada detalle, de cada diálogo y secuencia para saber por qué lo mataron, cómo lo mataron y qué sucedió después de tan horrendo crimen.

Esta novela es una clase maestra de cómo contar una historia que, narrada de otro modo no tendría tanta atención porque ya se sabe lo que va a suceder. Y aunque el lector anhela a cada instante que no suceda el cruel asesinato, pues pareciera que el mismo narrador lo quiere evitar, lo cierto es que la destreza narrativa mantiene al lector en vilo y atento a cada detalle. El periodismo ha parafraseado siempre el título de esta obra para describir un acontecimiento social o político inevitable, y que era un suceso a voces.

Por supuesto, al ser una novela y no una crónica periodística, Gabo se vale de las licencias que permite este género literario, y los diálogos y entrevistas que fueron en la vida real han sido transfigurados para los fines narrativos, y acondicionados al ritmo interno de la propia cadencia que ha orquestado el narrador. Porque, si habría que definir de alguna manera a García Márquez, es de un gran maestro de orquesta del lenguaje. Gabo se adueña de las palabras para hacerlas sonar a un ritmo y velocidad que resulta inconfundible y hasta casi imposible de imitar. Por eso el realismo mágico no sólo es un estilo literario, sino una impronta propia de quienes nos cautivan desde una prosa maravillosa. El editor de alguna de las ediciones de esta obra, ha mencionado que “la dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que la eleva hasta las fronteras de la leyenda”.

De los personajes que entran y salen en escena, sólo para recoger una opinión o su último recuerdo de Santiago Nasar, Clotilde Armenta, de la tiendecita de la plaza y vecina del hombre condenado a morir, sirve de nexo para describir todas las ocurrencias que se dieron en la plaza, antes y durante el crimen, porque era los ojos que el narrador no tenía para contar. Hay pequeños párrafos en la obra en los que el mismo autor realiza una metaliteratura, es decir reflexiones sobre la propia literatura, precisando los vericuetos de su trabajo para construir la crónica (algo que no es usual en las novelas, ni siquiera en las narradas en primera persona). Entre las fuentes que utiliza el narrador para reconstruir los hechos, se encuentran las entrevistas, cartas e informes, el acceso al sumario del juez instructor, y por supuesto sus propios recuerdos.

“La mayoría de quienes pudieron hacer algo por impedir el crimen y sin embargo no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son estancos sagrados a los cuales sólo tienen acceso los dueños del drama”, menciona el narrador. Incluso, ya en la parte final, en la que se describe minuciosamente cómo destriparon a Santiago Nasar, el narrador, refiriéndose a los hermanos Vicario, precisa: “No oyeron los gritos del pueblo entero espantado de su propio crimen”.  

Los nombres vinculados al asesinato de Santiago Nasar, y él mismo, no terminan siendo los principales personajes, sino todos los habitantes del pueblo, quienes vivirán con el remordimiento de saber que pudieron evitar tan horrendo crimen, y que los mismos asesinos (los hermanos Vicario) hicieron todo lo posible para que fueran impedidos de hacerlo (pero que nunca se dijera de ellos que no intentaron limpiar la deshonra de su familia). Y acaso ese sea el tema principal: que era inconcebible que una mujer (en este caso Ángela Vicario) no llegara virgen al matrimonio. “El hecho de que Ángela Vicario se atreviera a ponerse el velo y los azahares sin ser virgen, había de ser interpretado después como una profanación de la pureza”, señala el narrador. Y aunque no se haya tratado de una violación o un acto sexual forzado, aquel hombre que desfloró a una mujer sin haberla pedido ni haberse casado, debe pagar por lo que se consideraba como una deshonra familiar y social.

Y será el mismo lector quien deba juzgar las conductas y sucesos, porque el narrador busca en todo momento que sea el lector el encargado de dar el veredicto final y reflexione sobre las controversias culturales, religiosas, morales y legales. ¿Debe llegar una mujer virgen al matrimonio? ¿Por qué Ángela no dijo la verdad desde un principio? ¿Dio el nombre de Santiago porque quería proteger a alguien a quien amaba de verdad? ¿Fue verdaderamente Santiago Nasar quien desvirgó a Ángela Vicario? ¿Y si no fue él, por qué ella lo señaló? ¿Actuaron “correctamente” los hermanos Vicario al perpetrar el crimen para salvaguardar la “honra familiar”? ¿Por qué fue admitida por el tribunal la tesis del abogado, que sustentó el homicidio en legítima defensa? ¿Fue ejemplar o liviana la pena que recibieron los hermanos Vicario por dar muerte a Santiago? Estos y otros dilemas tienen que ser asumidos, interpretados y dirimidos por los propios lectores, porque, aunque son intrínsecos a una novela policial y de misterio, se han convertido en un mucho más que eso: una historia de leyenda.

Notas de referencia:

1. Para quienes desean complementar la experiencia de la lectura, en 1986 el italiano Francesco Rosi dirigió una película con el mismo título de la novela, producida de manera tripartita por italianos, franceses y colombianos, y que se presentó en el festival de Cannes al año siguiente de su emisión (versión disponible en YouTube).

2. Eligio García Márquez, hermano de Gabo, escribió un libro en el que detalló los pormenores de la filmación, con el título La tercera muerte de Santiago.

3. Miguel Reyes Palencia, quien inspiró el personaje de Bayardo San Román, aprovechó algunos minutos de fama hace unos años para declarar que era el último personaje vivo de García Márquez, y publicó el libro La verdad 50 años más tarde, aclarando, según él, puntos que el escritor no incluyó en la historia (algo similar a lo que en su momento hizo la tía Julia, con Lo que Varguitas no contó).

 





domingo, 2 de marzo de 2025

ESTUDIEMOS PARA APRENDER Y NO SÓLO PARA MEMORIZAR

 Por Nando Vaccaro Talledo – marzo 2025

En medio del auge de la inteligencia artificial, uno de los aspectos que nos diferencia de las máquinas es la conciencia de ser. Para el neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga, puede que llegue el día en que las máquinas “tengan una propia consciencia de su existencia”. ¿Será para bien o para mal? Aún no lo sabemos.

De lo que sí tenemos certeza es que la mayoría de los avances tecnológicos están contribuyendo a mejorar la calidad de vida. El sector educativo es uno de los más favorecidos. En estas líneas no me detendré en los detalles de esos beneficios (que bien puede ser tema para otro artículo), pero sí en un aspecto fundamental a la hora de estudiar. En este sentido, Quian Quiroga es enfático en señalar que “estudiar de memoria” resulta contraproducente para el aprendizaje cognitivo.

Acumular información para un examen sólo podría asegurar una nota aprobatoria (si es que no cambian la fecha de la evaluación, porque ahí habría que resetear y “estudiar de nuevo”), pero no garantiza la construcción de aprendizajes en el largo plazo. “Estudiar de memoria va en contra de lo que es el cerebro”, señala el neurocientífico argentino.

Lo más importante no es repetir datos; de lo contrario, Funes el memorioso, del cuento de Borges, hubiera sido el hombre más inteligente de la historia. La propuesta de Quian Quiroga es focalizar la información esencial y abordar los conocimientos a través de procesos asociativos, para propiciar el desarrollo de las capacidades cognitivas y de entendimiento.


Hace más de 2500 años Aristóteles ya lo había anticipado. El filósofo griego manifestaba que la base de la memoria era similar a la construcción de unos telares, para graficar cómo se construyen los conocimientos en la memoria (y no es casualidad que en literatura hablemos de trama, de nudo, de hilvanar ideas, etc.). Por eso, la mejor manera para dejar una impronta indeleble en la memoria es a través de procedimientos asociativos. Los conocimientos quedan más afianzados cuando se ponen en contexto.  

Un dato curioso, y que seguramente quedará grabado en sus memorias después de saberlo, es que en la antigüedad la memoria era considerada como una de las tres facultades del alma que diferenciaban al ser humano de otras especies, y por ello se le otorgaba un origen divino. Gracias a la ciencia moderna, la memoria se ha entendido como una función del cerebro que no se limita a almacenar el pasado, sino también a constituirse como el soporte de una acción o conducta aprendida. De acuerdo con el catedrático de fisiología, Juan Vicente Sánchez, “la memoria es una función integral del cerebro que conecta cada uno de nuestros actos, y configura nuestro yo en continuidad con nuestra historia, nos permite construir relaciones de causa-efecto y nos dota de cierta capacidad predictiva para construir escenarios posibles a partir de la experiencia”.

Supongamos que hemos aprendido a tomar una movilidad para llegar a nuestro centro de trabajo: hemos memorizado de manera mecánica dónde tomar el vehículo y dónde bajarnos, pero no hemos razonado ni reflexionado sobre otros aspectos, como podría ser que existe otra movilidad más segura y rápida, que es conveniente llevar monedas porque no dan cambio de billetes, que es necesario llevar lentes de sol, etc. Es decir, para que nuestra memoria sea productiva, debemos utilizar la información almacenada y procesarla a través de un razonamiento constante y asociativo, de acuerdo a la realidad cambiante.

AD PORTAS DE INICIAR UN NUEVO AÑO DE CLASES, las interrogantes inevitables son: ¿se continuará con los mismos esquemas de bombardeo de información y datos a los estudiantes? ¿Se seguirá dictando una clase después de otra (de asignaturas y temas diversos) con apenas minutos destinados a socializar y para la recreación? ¿Cuántos de nosotros recordamos las interminables y tediosas clases en épocas escolares?

Lo que nuestros niños y adolescentes necesitan son espacios más adecuados para fomentar en ellos el interés por la investigación; que esas ganas de descubrimiento que afloran en la infancia no se esfumen por el dictado acumulativo de información, que luego resulta improcedente porque apenas si el cerebro retendrá el 10% de lo que se enseñó.

Si hay algo que la neurociencia está demostrando es precisamente que el “bombardeo de información” no es la mejor manera de aprender, porque nuestro cerebro no está diseñado para ello (no funciona como el disco duro de una computadora). Para Rodrigo Quian Quiroga, uno de los aspectos más relevantes de la neurociencia actualmente es que está “reescribiendo la filosofía”. ¿Qué significa esto? Pues, que las grandes preguntas que se hacían los pensadores hace siglos hoy han virado hacia otros elementos, porque los cambios y el contexto exigen replantearse la forma en que vivimos, y la forma como aprendemos. Y en esto también son fundamentales los hallazgos sobre el funcionamiento del cerebro.

Pero, como reza el dicho, “hecha la ley, hecha la trampa”. En este punto sobre estudiar de memoria, muchos dirán: “En los exámenes vienen opciones para marcar, y hay que aprender literalmente, más allá de su razonamiento”. Esto es cierto, como también es cierto que memorizar algunos datos resulta necesario. El problema reside en hacer trabajar al cerebro y sobrecargarlo de información, que luego no será útil en la vida.

La memorización es parte del proceso de estudiar. Siempre hay que retener información cuando se quiere adquirir un conocimiento. A este respecto, recordemos al médico y científico español Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, quien manifestaba que los tres mordientes de la memoria son el interés, la emoción y la atención obstinada. Ramón y Cajal utiliza ese término porque en tintorería a las substancias fijadoras de los colores en las telas se les denomina mordientes.

Estos tres fijadores de la memoria permitirán una mayor concentración, reflexión y toma de consciencia, fundamentales en los procesos de estudio y aprendizaje. Sin embargo, y como bien lo recordaba en sus programas el erudito peruano Marco Aurelio Denegri, “la concentración y el estar alertas no son estados normales y habituales del cerebro, que tiende a la dispersión y busca estímulos para distraerse”. Y actualmente, con la proliferación de estímulos visuales y auditivos, resulta una ardua labor estudiar y aprender. Para Denegri, se requiere la sinergia de cuatro elementos para un aprendizaje duradero: tener interés, poner atención, esforzarse y ser perseverante.

Ahora bien, existe una diferencia muy grande entre estudiar razonando y estudiar completamente de memoria. Lo primero también implica la memorización, pero a través de un proceso asociativo y contextualizando, que es la manera adecuada para retener, asimilar y aplicar la información. En cambio, el estudio de memoria consiste únicamente en retener palabras y conceptos para luego repetirlos o escribirlos de manera mecánica, como haría un loro.

La educación tradicional, que ha regido durante el siglo XX, imponía el aprendizaje enciclopédico, aunque sin profundizar en los saberes, y con el objetivo de “aprobar un examen”. Y si bien la memoria ocupa un lugar privilegiado en el proceso de aprendizaje, memorizar no es el equivalente a aprender. Para la licenciada Silvana Cataldo, especialista en innovación educativa, la memoria es una herramienta fundamental para construir aprendizaje, para comprender, pero su verdadero poder se despliega en alianza con otras facetas cognitivas y emocionales, como la atención, la concentración, la motivación y las emociones.

Lo fundamental es comprender que la memoria no es un disco duro para almacenar datos, sino el soporte de todo un tejido activo que permite interconectar información. Y en este punto hay otro factor clave para consolidar un recuerdo: las emociones. Un ambiente educativo ameno, didáctico y estimulante para los estudiantes potenciará la concentración y la atención que pongan, lo cual obviamente favorecerá al entendimiento y razonamiento.

También hay que recordar que cada estudiante tiene preferencias en cuanto a las estrategias y estilos de aprendizaje para recibir la información (auditivo, visual, kinestésico). En ese sentido, la labor del docente ya no debería ser como antes, un simple transmisor de información, sino que ahora su rol radica en ser mediador en los procesos de aprendizaje, promoviendo la participación activa del alumnado y generando los espacios adecuados para que florezca la imaginación y vocación de cada estudiante. Por eso Frederick Dodson señala: “Cambia tu atención y cambiarán tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar”.