Por Nando Vaccaro Talledo – Agosto 2016
Como ya saben nuestros seguidores, durante este
2016 el tercer viernes de cada mes el Colectivo por la salud mental “Hna.
Margaret Walsh”, con sede en Chulucanas, ha organizado un ciclo de encuentros y
conferencias bajo la temática: el amor es
una decisión, la pareja como núcleo de la familia. En nuestra última reunión,
del pasado viernes 19, el tema desarrollado fue EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN
EN LA PAREJA, y estuvo a cargo del licenciado José Luis Valladolid.
Respecto a este asunto, recuerdo ahora la frase que
le decía mi abuela a mi padre, quien siempre estaba renegando y enfrentándose a
la gente: “¿cuándo vas a dejar de pelear para empezar a vivir porque no se pueden
hacer las dos cosas al mismo tiempo?”. En verdad, no se puede cargar una
mochila de lamentos, cólera, frustraciones y egoísmo si pretendemos vivir una
vida tranquila, liviana, en paz y armonía. Y para empezar a descargar esa
mochila, para sentirnos livianos, primero debemos abrir la mochila, es decir
explorar en nosotros mismos, perdonándonos y reconciliándonos, y después ya
estaremos listos para hacerlo con los demás.
Facundo Cabral solía comentar en sus conciertos una
anécdota personal, relacionada con el perdón: decía que él recién empezó a
vivir a los 17 años, y no cuando su madre lo alumbró, puesto que “una persona
realmente nace cuando toma conciencia de su existencia”. A esa edad Cabral conoció a un vagabundo que
le narró “El Sermón de la Montaña”. Esta historia caló muy profundo en él, e
hizo que reflexionara sobre su presencia en el mundo, y del peso y el dolor que
causan el rencor y la amargura. Facundo había sido abandonado por su padre
cuando muy niño, y tuvo una infancia dura y con carencias materiales y
afectivas. Cuando él “empezó realmente a vivir” se dio cuenta de que no se
podía transitar en la vida con semejante mochila, y decidió perdonarse y
perdonar. Tenía 45 años cuando, al terminar un concierto, reconoció a su padre
en medio del público, a pesar de haberlo visto solo una vez en una fotografía.
Se acercó a él y lo abrazó. Con ese abrazo le demostraba su perdón y también
“le decía gracias”; gracias por la vida, porque si él no hubiera fecundado a su
madre Facundo no habría podido gozar de las maravillas de este mundo, y
nosotros no nos hubiésemos beneficiado con sus pensamientos y canciones.
En el Colectivo por la Salud Mental hablamos más de
encuentros y no tanto de conferencias porque lo que pretendemos es que esos
espacios que ofrecemos sean vivenciales, dinámicos, que las personas sientan y
compartan, que no adopten una postura pasiva y sedante escuchando a un ponente.
Es por eso que el amigo José Luis Valladolid inició el último encuentro con una
dinámica entre los presentes, que no eran todos parejas o esposos porque la
invitación es para la familia y el público en general. El ejercicio consistió
en rememorar los momentos felices, los más significativos, vividos con la
pareja o de manera singular. Por ejemplo, el embarazo deseado, superar
enfermedades y recibir el apoyo de seres cercanos, el servicio a los demás,
retiros espirituales, pequeños momentos en el día. Y todos coincidimos en algo:
que la alegría y la felicidad se encuentran en el compartir con los demás, en
los encuentros espirituales que nos reconfortan. De hecho, nadie relacionó la felicidad
a algo material, a la adquisición de un objeto. Incluso la alegría de tener una
casa propia, un auto o una moto no llenarían nuestro corazón si no tuviéramos
alguien con quien compartir lo que tenemos.
Valladolid enfatizó en lo trascendente que resulta
empezar uno mismo a trabajar en lo personal y autoconvencerse: “yo voy a estar
bien”, “me voy amar”. No podemos hacer el bien ni amar al prójimo si nuestra
autoestima no está fortalecida. Debemos redescubrir a nuestro ser interior.
Asimismo, manifestó que las relaciones de pareja no son fáciles porque se trata
de dos personas distintas, con costumbres y formaciones diferentes. Por eso es
recomendable que la pareja trabaje antes del matrimonio, que se entrene, y que
por supuesto no salte “las etapas”:
1) amistad
(porque los amigos se aceptan, entienden y están en todas)
2)
enamorarse (la ilusión)
3) novios
(fortalecer la relación)
4)
matrimonio (compromiso)
Con relación a los hijos, hizo hincapié en que “ellos
no hacen los que les decimos sino lo que ven e imitan”. Finalmente, invitó a
todos los presentes a darse un fuerte abrazo, y nos exhortó a hacerlo siempre
con nuestros seres amados porque el valor y la energía de un abrazo fortifican
el alma de una manera única.
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