Por Nando
Vaccaro Talledo – Abril del 2018
El panorama de la realidad
política y social de nuestro país se está caricaturizando a tal punto que, lejos de
instarnos a reflexionar y tomar consciencia de por qué estamos así, la mayoría
de personas se limita a reírse de las publicaciones ("memes") en redes sociales,
a banalizar los actos de corrupción como si se tratara de ciencia ficción y no
de hechos que, lamentablemente, acontecen; y, en el mejor de los casos, expresan su indignación a
través de comentarios reiterativos y estériles en las mismas redes sociales.
¿QUE SE VAYAN TODOS?
Según los medios de comunicación, el clamor del pueblo, la voluntad
social, la opinión pública exigía (y sigue pidiendo) antes de que asumiera
Martín Vizcarra que “se vayan todos”, y eso significaba que renunciaran todos
los funcionarios del ejecutivo y legislativo, y en la brevedad posible convocar
elecciones generales. ¿Y después? Y, después, seguir votando por las mismas
personas que tienen alcance mediático masivo, que tienen “presupuesto” y poder
como para inscribirse con un numerito alto en un partido político y hacer
campaña (que no es otra cosa que bombardear con imágenes, videos, audios y
parafernalia de publicidad, y luego también están, cómo no, las “dádivas”). Es
decir, la situación no variaría demasiado porque podrán cambiar de nombre los
candidatos pero no de esencia, puesto que en definitiva quienes se dedican a la
“vida política” son la misma clase de
personas. Y entonces, ¿cómo hacemos?
INVOLUCRAMIENTO
Necesitamos entender que la patria la hacemos todos, no solo los políticos y gobernantes que, lejos de representarnos, nos traicionan incumpliendo sus labores y no legislan para la mayoría (por solo citar un ejemplo reciente, el hecho de que se haya hablado tanto tiempo de la ley que permite o no permite llevar comida a los cines es un despropósito, porque acaso si solo el 20% de la población nacional tiene posibilidad de ir a estos establecimientos, cuando verdaderamente hay otras urgencias, como las coberturas de salud o los proyectos de irrigación del Alto Piura, que pueden mejorar y hasta salvar la vida de muchas personas y animales).
Necesitamos entender que la patria la hacemos todos, no solo los políticos y gobernantes que, lejos de representarnos, nos traicionan incumpliendo sus labores y no legislan para la mayoría (por solo citar un ejemplo reciente, el hecho de que se haya hablado tanto tiempo de la ley que permite o no permite llevar comida a los cines es un despropósito, porque acaso si solo el 20% de la población nacional tiene posibilidad de ir a estos establecimientos, cuando verdaderamente hay otras urgencias, como las coberturas de salud o los proyectos de irrigación del Alto Piura, que pueden mejorar y hasta salvar la vida de muchas personas y animales).
TOMAR PARTE DE y SER PROACTIVOS
Involucramiento quiere decir “acción y efecto de involucrar; e
involucrar (involucrarse) significa comprometerse, responsabilizarse de algo o
alguien”. En ese sentido, está emparentado a otro término que describe precisamente
a la persona que tiene iniciativa y es consecuente con la realización de una
tarea o evento: proactividad.
Necesitamos ser ciudadanos más comprometidos, no simplemente esperar a
ser parte de la democracia cuando emitimos un voto, sino estar atentos a la
realidad, tomando parte de los eventos sociales de nuestro entorno y contexto,
siendo proactivos y empáticos con los demás.
Nuestra educación y cultura es, por lo general en el Perú, con
tendencia a la pasividad y el no involucramiento, y ello genera, en consecuencia,
no solo el contagioso conformismo sino el despropósito de ignorar nuestros derechos
por lo mismo que no cumplimos con nuestros deberes; deberes que en la mayoría
de los casos son más morales que legales, pero que sin duda alguna son
imprescindibles para crecer en sociedad.
Cuando nos forman en casa y en el colegio, o recibimos la influencia
de los medios de comunicación (que incluye, cómo no, las redes sociales y toda
la parafernalia de internet) existe una inclinación, a veces involuntaria, de
fijar la atención y todos los recursos al desarrollo de la persona, lo cual es
estupendo para el crecimiento personal, pero olvidamos que somos
inexorablemente seres sociales, con lo cual es una falacia hablar de progreso
cuando el desarrollo de una persona no tiene su correlato en el involucramiento
social.
Para que una sociedad prospere necesita, es cierto, del crecimiento y madurez de la persona; pero ese crecimiento será más viable en una sociedad con cimientos fuertes, con oportunidades, con justicia y sentido comunitario, con mentalidad generosa. El egoísmo, la envidia y la idea descabellada de que “el fin justifica los medios” llevan a los hombres a ser mediocres, y a las sociedades al atraso. Eso es lo que ha pasado en nuestro país y seguirá pasando si no nos convencemos de una vez por todas que debemos tatuarnos en el alma el concepto de involucramiento y pasar a la acción. ¡Ya!
Para que una sociedad prospere necesita, es cierto, del crecimiento y madurez de la persona; pero ese crecimiento será más viable en una sociedad con cimientos fuertes, con oportunidades, con justicia y sentido comunitario, con mentalidad generosa. El egoísmo, la envidia y la idea descabellada de que “el fin justifica los medios” llevan a los hombres a ser mediocres, y a las sociedades al atraso. Eso es lo que ha pasado en nuestro país y seguirá pasando si no nos convencemos de una vez por todas que debemos tatuarnos en el alma el concepto de involucramiento y pasar a la acción. ¡Ya!
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