miércoles, 18 de diciembre de 2024

CIEN AÑOS DE SOLEDAD: ¿VER O LEER? (Por Nando Vaccaro Talledo)

Por Nando Vaccaro Talledo (diciembre 2024)

Cien años de solead: ¿ver o leer? Ambas. Las dos opciones nos ofrecen experiencias únicas. La propuesta cinematográfica de una novela monumental como Cien años de soledad puede generar adhesión por parte de quienes aún no la han leído, y también algunas discrepancias de parte de los lectores porque “no refleja” todo lo que se narra y se describe en la novela, como ya pasó con El amor en los tiempos del cólera. Y con esto me refiero a que la versión de la pantalla ha sido adaptada según el enfoque y las imágenes que han recreado el director y su equipo de producción.

Fuente: imagen tomada de www.diariolibre.com

Desde su estreno, hace unos días en Netflix, se ha generado todo tipo de debate, tanto a nivel de críticos literarios y cinematográficos, como de usuarios de las redes sociales.  Y al margen de las opiniones, puntos de vistas y preferencias, queda claro que una novela de esta envergadura, que continuará fulgurando como una de las obras más leídas y traducidas de todos los tiempos, siempre dará que hablar; por algo es un clásico.

Considero que la serie televisada conlleva varios efectos positivos. Para empezar, y más allá de la producción fílmica per sé (laureada por su fotografía, ambientación, edición, actuaciones, dirección, etc.), ha logrado algo que, en los tiempos actuales, no es muy usual: que la mayoría de personas, dentro y fuera de las redes sociales, esté dialogando de literatura, en este caso de Gabo y su obra, lo cual ya resulta un factor axiomático. Recordemos también que la publicación de su novela póstuma En agosto nos vemos ha dejado un agradable sabor de boca para sus lectores.

Y como estamos en la época donde impera la imago, en palabras de Sartori (evocadas siempre por Marco Aurelio Denegri), tenemos que aceptar que la pantalla tiene más artilugios que el papel, pues no sólo se trata de la imagen sino también del sonido; y la combinación de ambos encandila a nuestro cerebro. Recuerdo una vivencia similar, que seguramente muchos están experimentando ahora con la serie, cuando vi la película basada en un libro de Alejandro Dumas, El conde de Montecristo. Gracias a la producción cinematográfica pude acercarme a una obra fabulosa de la literatura universal.

En cambio, durante la lectura, en ese proceso de voluntaria soledad y amena introspección, debemos hacer un esfuerzo por generar y recrear las imágenes y sonidos que la serie ya ofrece manufacturados (signo lingüístico en toda su dimensión). Sin embargo, como es el caso, también puede convertirse en un estupendo aliado cuando hay propuestas de este tipo, que impulsan el acercamiento a la obra original. Y en épocas de vacas flacas para los libros, porque el uso y abuso de las pantallas ha relegado la dedicación a la lectura, podemos hacer las paces y dejar el libro de Gabo junto al control remoto.

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