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jueves, 22 de diciembre de 2022

MESSI: EL FACTOR CLAVE QUE SUSTENTA SU CONSAGRACIÓN CON EL MUNDIAL

 Por Nando Vaccaro Talledo

Hace un año publicaba el último artículo que he escrito para este blog, para referir la obtención de un nuevo balón de oro (el séptimo) que recibía Lionel Messi, luego de un gran año para él y para la selección Argentina, tras alcanzar la copa América.

Y si el año pasado fue uno de los mejores para Messi por esa conquista continental, pues ahora que por fin alzó entre sus manos la copa del Mundo, además de haber sido valorado como el mejor jugador del certamen, asumo que lo considerará como el evento más importante de su carrera, y la consagración definitiva como el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos; aunque esto último pueda generar discrepancias según gustos y opiniones. Y pese a que procuro ser lo más objetivo posible y sustentar sobre lo cuantitativo, es innegable que siempre hay un sesgo subjetivo, que podría abrir la puerta de un animado debate con mis amigos futboleros.

Ya no voy a hacer mención de los números y logros de Messi porque están al alcance de todo el mundo, y la información con esos datos circula constantemente por redes sociales. En esta ocasión voy a enfocarme en un factor clave que también le ha permitido llegar hasta donde está, y que no ha sido profundizado por los medios pero que, sin duda, sirve de ejemplo e inspiración: su gran fortaleza emocional y su capacidad de resiliencia y perseverancia.

Desde niño, Lionel Messi tuvo que hace frente a una serie de vicisitudes para alcanzar su sueño, que era llegar a un club, ser profesional y jugar en su selección. Después de muchos años lo lograría, como ya sabemos. Sin embargo, el camino fue espinoso: tenía dificultades para crecer porque la hormona que regula ese procedimiento en su organismo no funcionaba adecuadamente, y su familia no tenía recursos para afrontar un costoso tratamiento. Y ningún club argentino se quiso hacer cargo de ello. Hasta que pudo aterrizar en Barcelona y erigir su propia historia.

Desde entonces el pequeño Messi supo que los sueños son posibles, pero exigen que el talento se nutra de un trabajo arduo y constante, de hacer frente a la adversidades (tuvo una lesión antes de debutar como profesional) y también a las críticas y la envidia. Cada vez que estaba a punto de la gloria (dos finales de copa América y una final de la copa del mundo) lo situaban como el responsable de la no obtención. A punto ha estado varias veces de ceder ante las presiones y las críticas malintencionadas y despiadadas.

Pero, lejos de desertar a lo que tanto había anhelado, recargaba energías y se fortalecía en compañía de su familia. Y hoy, en el epílogo de su carrera (ya lleva casi 20 años como profesional), y en sinergia con sus compañeros de equipo, finalmente ha logrado coronarse como campeón del mundo.

Por ello y por tanto: ¡Gracias eternas, Leo!

 


lunes, 6 de diciembre de 2021

Y UNO MÁS… ¡GRACIAS POR TANTO, LEO!

 Por Nando Vaccaro T. 

Hace unos días, Lionel Messi recibió su séptimo balón de oro, reconocimiento que otorga la revista France Football en honor al mérito individual y mejor desempeño de un futbolista profesional durante todo un año. Primero se elabora una lista de candidatos, y, con base en esa relación, diversos corresponsales deportivos emiten su voto.

Los premios y reconocimientos, en el ámbito deportivo y artístico, siempre generan  controversias porque, al margen de las estadísticas positivas y logros mensurables, hay una ponderación subjetiva que varía de acuerdo a los gustos y preferencias. En ciertas disciplinas hay menos discrepancias porque quien llega primero a la meta indiscutiblemente es el que gana. Pero en el fútbol, que además es un deporte colectivo, no siempre gana el que mejor juega.

A lo largo de su impresionante carrera, Messi ha ganado muchos títulos con sus equipos, y este último año no ha sido la excepción. También ha perdido (o dejado de ganar) otros. Lo más valioso para él ha sido el campeonato de la Copa América que consiguió con la selección argentina, que durante muchos certámenes le había sido esquivo.


Pese a las cifras incomparables en muchos rubros, como haber sido el mayor goleador y asistidor de la Liga Española, o de la misma Copa América, liderando el ranking de goleadores históricos de su selección, muchas personas no han celebrado que Messi fuera acreedor a un nuevo balón de oro. No obstante, si tomamos en cuenta que para gustos y colores nada está escrito, resultan válidas las discrepancias.

Sin embargo, la intención es acercarnos a ser lo más objetivos posible. Y para entender y reconocer el merecimiento de este séptimo galardón para Lionel, entonces es menester recordar lo siguiente, en caso de que algunos lo hayan olvidado:

En 58 partidos disputados entre su club y su país, ha contribuido en 58 goles: 17 asistencias y 41 tantos. Si otro futbolista hubiera logrado esas cifras, sería indudablemente el mejor del año. Pero Messi ha malacostumbrado a los aficionados del fútbol con cifras inalcanzables incluso para los mejores jugadores; y las estadísticas mencionadas no parecen sobresalientes para el rendimiento habitual de él. Es decir, Messi se ha convertido en verdugo de sí mismo al poner la valla muy alta. Algo increíble de todo esto es que los números de Messi en los últimos doce meses podrían ser los de muchos futbolistas en toda una carrera deportiva.

Pero hablar de Messi no es solo hablar de estadísticas cuantitativas, sino también de cualidades incomparables, aunque él las haga parecer comunes. Messi nunca juega mal y pierde pocos balones. Casi siempre anota o da pases gol. Puede hacer regates, llevadas, paredes, construir juego, hacer pausas precisas, túneles… Y todo, como si no le demandara mayor esfuerzo. Sin quitarles mérito a otros grandes futbolistas, es muy probable que si el fútbol fuera una disciplina individual, Messi habría ganado todos los balones de oro desde que empezó a brillar, pues en mi consideración está varios peldaños encima del resto porque es demasiado bueno en todos los registros futbolísticos. Incluso es una de las personalidades más influyentes, no solo por su capacidad y competitividad sino también por su humildad y calidez humana.

Es realmente un privilegio pertenecer a esta generación y ser testigo del talento, pasión y disciplina de un hombre que superó a otros ídolos del fútbol (aunque cada generación tenga el suyo). Sin temor a equivocarme, creo que será casi imposible que aparezca otro futbolista que supere los récords, estadísticas y el nivel de juego individual y colectivo de Lionel Messi: más de 755 goles y 318 asistencias en 949 juegos oficiales lo convierten en el jugador más productivo de la historia. Y también el que nos ha regalado las jornadas más apasionantes de este deporte, junto a una generación talentosa de españoles y un puñado de extranjeros que conformaron el “Barza” que erigió Guardiola, acaso el mejor equipo de todos los tiempos. ¡Gracias por tanto, Leo!

viernes, 22 de julio de 2016

LO QUE LA COPA NOS DEJÓ



Por Nando Vaccaro Talledo – Junio 2016


“Por suerte, todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado cara sucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.

Eduardo Galeano


     Después de la última final de la Copa América (edición centenaria) se ha hablado de muchas cosas, pero poco o nada de los méritos deportivos de Chile para llegar a la final y obtener el campeonato. Lionel Messi ha sido el foco de atención (pero no precisamente para aplaudirlo), y su nombre el más referido en buscadores de internet y redes sociales. Tres finales con su selección, ningún título obtenido y el penal errado abrumaron al capitán albiceleste que decidió renunciar.
Esta decisión, para algunos precipitada, para otros irresponsable, es lo que generó todo el revuelo mediático y levantó tal polvareda de gallos locos que hasta el presidente Mauricio Macri se pronunció al respecto.
Ahora bien, más allá de lo que se piense sobre el rendimiento de Messi, su renuncia a la selección, si fue o no "justo" el triunfo de Chile, entre otros aspectos de aquella final, hay varios temas de coyuntura social para analizar.

SER LOS PRIMEROS: en la actualidad, en casi todas las esferas de la vida, impera la exigencia no solo de competir sino de ser los primeros, de sobresalir, de incluso utilizar mecanismos de engaño y trampa con tal de ganar, porque está “permitido” valerse de cualquier medio para conseguir los fines y laureles. Y es una creencia que se arraiga en el sistema socioeconómico que impone el orden establecido y que se fermenta con el bombardeo publicitario: la felicidad únicamente se obtiene siendo el mejor, superando al resto. Y este paradigma le fue trasladado a todo el equipo argentino y sobre todo a Messi, a quien pareciera le está prohibido perder, incluso quedar segundo, porque como él representa a un país piensan que su derrota es la de todos. 

TRIUNFOS DEPORTIVOS ATENÚAN CONFLICTOS SOCIALES: cuando Nelson Mandela fue liberado y asumió como presidente de Sudáfrica vio en el deporte la posibilidad de encontrar un respiro al sufrimiento que había generado el apartheid, una tregua a la falta de indulgencia y la posibilidad de estrechar lazos. La idea de él no era campeonar para olvidar los padecimientos y alcanzar la armonía social de la noche a la mañana (vaya utopía) sino que el deporte sirviera para unir al pueblo y concertarlos como nación. Cuanto más avanzaran en el torneo (campeonato mundial de rugby de 1995 realizado en el mismo Sudáfrica) obviamente ayudaría a despojar la tristeza y atraer el entusiasmo, reuniendo a su gente en un abrazo ecuménico. En Argentina, así como en muchos países de Latinoamérica y otros subdesarrollados (moral, cultural y económicamente) el atraso, las injusticias y todos los conflictos sociales tienen a la población viviendo oprimida, insatisfecha; una posibilidad para olvidar, por unos días al menos, la desazón de un ambiente social aciago son los eventos deportivos. El equipo argentino de fútbol, con Messi a la cabeza, sentía la obligación de ganar para "darle una alegría al pueblo", y los medios de comunicación y la propia comunidad argentina se lo hicieron saber a través de las redes sociales.

ACUMULACIÓN DE ESTRÉS: hay personas que asumen como propios los roles y las responsabilidades que deben ser compartidos por un grupo humano, cuando este se prepara para obtener un logro (de alcance colectivo). La mayoría de los jugadores argentinos asistieron a la Copa América Centenario trajinados por las múltiples competencias de sus ligas. Y aunque no pareciera que ello fuese determinante (porque llegaron a la final tras una goleada sobre EE.UU.), sí lo fue el factor emocional-psicológico, que en los jugadores argentinos merece un análisis aparte, pues ya van siete finales sin poder ganar. Y, a mi entender, esto explica porqué un jugador como Messi, que hace goles de 30 metros, al ángulo y con barrera, no convierte un penal que, aparentemente, es más fácil de concretar.

EL FÚTBOL ES UN JUEGO COLECTIVO: los jugadores chilenos, a diferencia de los argentinos, jugaron la final con mayor aplomo y entereza, desarrollando condiciones que ni en sus propios equipos las suelen mostrar. No es que Argentina haya jugado mal, pero no lo hizo según lo esperable y de acuerdo al rendimiento individual que sus jugadores muestran en los clubes (además que pretendieron recargar la iniciativa, las jugadas y soluciones en la habilidad de Messi). Es decir, en el fútbol no se puede hacer la siguiente ecuación: suma de jugadores individualmente brillantes en sus clubes es igual a extraordinario desempeño colectivo en una selección. Para conseguir el alto rendimiento de un seleccionado nacional tiene que haber más que jugadores con condiciones resaltantes, porque prevalece todo un esquema y planteamiento de trabajo que en Chile se evidenció, y que estuvo potenciado porque sus jugadores brillantes sí rindieron a la altura de las expectativas (y los de Argentina no). 

LA DECISIÓN DE MESSI: 
no cabe duda que la tomó con una presión agobiante sobre sus hombros, abatido por no haber logrado el título, que no era tanto para él ni para seguir estirando sus estadísticas siderales sino para “su gente”, y él lo sentía de esa manera (creo que no necesita ganar títulos con su selección para demostrar que es uno de los mejores de la historia y el más destacado de la actualidad, desde hace una década). Es cierto que por una parte pudo haber dado la imagen, sobre todo a los más jóvenes, de que, cuando no se puede alcanzar algún logro, hay que apartarse y renunciar, y quizá esa no sea la mejor referencia. Pero en la cabeza de Lionel imagino que habrá habido los siguientes pensamientos, completando la frase en la que manifestó: “ya está, lo intenté tres veces, y no se pudo”…Y como las personas creen que soy una máquina que gana todo, entonces quedar en segundo puesto no es una posibilidad, sino el peor fracaso que pueda haber… (y pensar que antes de Messi Argentina hacía varios años que no llegaba a la final de ningún campeonato; pero, como hemos visto, uno solo no va a ganar los títulos, aunque ese uno solo haya sido quien posibilitó, en mayor medida, arribar a la final).

QUEDAR SEGUNDO ES LO PEOR: ese es el “encargo” que tenía Messi incluso antes de empezar el campeonato, que él y su equipo debían ganar porque de lo contrario de nada valía su esfuerzo en cada partido, ni los hermosos goles que nos regaló, ni las jugadas que solo él puede hacer. No. Tienes que ganar, Messi, porque si no, nunca serás considerado igual o mejor que Maradona, y por lo tanto no te vamos a querer. Yo creo que a Messi poco le importa si algunos piensan que es o no mejor que Maradona; sin embargo, lo que sí le duele es que se haya propagado ese mensaje no tan subliminal de amenaza: ya lo sabes, Lionel, si no lo logras te repudiaremos (si esto lo llevamos a otra realidad, muchos padres y profesores ponen en jaque a sus hijos y alumnos cuando los compararan con otros que han obtenido mejores resultados, y que “debes ser siempre el primero para triunfar en la vida”, les dicen).

AHORA SE DAN CUENTA: probablemente si Messi no hubiera renunciado a la selección, con esas sinceras palabras que brotaron del fondo de su espíritu afligido, las personas lo hubiesen criticado sin piedad como en la anterior final, responsabilizándolo de la “desgracia”. Ahora quienes están dolidos, tristes y preocupados son los hinchas argentinos y todos aquellos que estuvieron a punto de jalar el gatillo de la crítica, pero que callaron cuando se dieron cuenta de que Messi en verdad lo intentó, pero que él solo no puede, y que las piernas no responden cuando se tiene toda la presión de un país encima. Ahora ese país se da cuenta de lo que perdería si Messi ya no vuelve a vestir la 10 albiceleste. Esperemos que, cuando baje la marea, “Lio” regrese a su selección, no solo por el bien de ellos sino de todos los que amamos el fútbol, porque verdaderamente este deporte no es solo un partido en la final de un torneo o levantar un título más; el fútbol (como la vida misma) es cada partido, cada toca y devuelve, cada maniobra, cada tiro libre al ángulo, pases de cuarenta metros al pie y goles por doquier. Porque con Lionel Messi la expectativa de buen fútbol se palpita siempre, antes de cada silbato inicial.

Para finalizar este partido (digo bien, este artículo) viene a colación otra frase del genial Eduardo Galeano: “Los niños no tienen la finalidad de la victoria, quieren apenas divertirse. Por eso, cuando surgen excepciones como Messi (y Neymar) son entonces ellos para mí un verdadero milagro”.