sábado, 17 de noviembre de 2018

UN SISTEMA EDUCATIVO SIN EMOCIONES NI MOTIVACIÓN


Por Nando Vaccaro Talledo – Noviembre del 2018



A propósito de un artículo anterior que publiqué (“Todo tiene su tiempo y su momento”), mi amigo, el Dr. Eduardo Granda Córdova, manifestó lo siguiente: “Interesante artículo; sin embargo, la edad de inicio sexual en el Perú oscila entre los 11 y 14 años y el embarazo adolescente es una realidad (que duele) y que va en aumento. Ante esta situación ¿Cuál sería tu propuesta como educador?”
Aprovecho para agradecerle a Eduardo por leer el artículo en mi blog, y por propiciar un encuentro dialéctico, reflexivo y analítico, pues esa es la intención de este espacio. Además, ha generado un nuevo artículo.

LAS TRAMPAS DEL PROPIO ESTADO PERUANO: en efecto, el embarazo adolescente es una de las tantas "realidades" en nuestro país, entre otros problemas sociales que nos abruman a diario, y que son expuestos por los medios de comunicación cuando hay un caso llamativo (por no decir morboso), pero sin un tratamiento a fondo ni constante por parte de los mismos medios y de las autoridades e instituciones competentes, lo que en gran medida explica por qué no hay cambios positivos notorios de esta y otras vicisitudes: pobreza, analfabetismo, burocracia, narcotráfico, informalidad (en todos los ámbitos), etc.


La situación del Estado Peruano es lamentable, inconsecuente, y los sectores fundamentales, salud y educación, son los más golpeados y corroídos. Desde los nombramientos indiscriminados y el posicionamiento de personas con títulos y currículos dudosos, hasta los malos tratos, la inercia diaria, la mediocridad y falta de visión colectiva; así como también caer en la inercia de hacer las cosas por cumplir, para salir del paso, el conformismo, la negligencia, la insensibilidad son otros de los tantos males que nos aquejan como individuos y carcomen a la sociedad. Por supuesto que aquellos que no pertenecen al sector público tampoco están exentos de estas deformaciones; pero en aquél está más arraigado.


INICIO SEXUAL A TEMPRANA EDAD: en cuanto al tema del artículo anterior, es cierto, no podemos negar que el inicio sexual de los adolescentes fluctúa, por lo general, entre esas edades que menciona el Dr. Granda, situación que no se ha originado en nuestro tiempo sino que casi siempre ha sido así (sobre todo para los hombres, quienes podían tener sus enamoradas adolescentes y todavía no tener encuentros íntimos con ellas, pero buscaban la forma de iniciarse sexualmente, ya sea con mujeres adultas o en burdeles).


Sin embargo, hoy se ve más potenciado (el inicio sexual) por los estímulos visuales y auditivos a los que están expuestos los y las adolescentes, desde canciones que hablan solo de sexo y contenido en la televisión e internet muy sugestivo, que dan como consecuencia no solo embarazos precoces sino múltiples enfermedades de transmisión sexual y afecciones a la salud mental y emocional (pero también porque los niños, adolescentes y jóvenes no tienen espacios sociales para expresar y desarrollar sus potencialidades; porque, por lo general, ir al colegio es una obligación muchas veces tortuosa; porque la educación no necesariamente favorece la movilidad social –pero sí la corrupción–; porque recién cuando terminan el colegio deben elegir una carrera u oficio, descubrir su vocación, conocer el mundo, como si hubieran estado encapsulados toda la etapa escolar; porque casi nadie se pone en sus zapatos, ni los comprende, ni entiende sus cambios fisiológicos, hormonales, sus necesidades, sus dudas, sus emociones…en fin; solo nos limitamos a culparlos pero no somos capaces de ofrecerles alternativas ni soluciones).


Debemos recordar, también, que no en todos los casos se "enciende" la libido a tan temprana edad; dependerá de los factores externos y ambientales, del proceso hormonal y la canalización de estímulos de cada adolescente. No obstante, para todos los casos, hay algo crucial: la educación como sistema no está cumpliendo un verdadero rol preventivo, sensibilizador y menos motivador.

EL ENTORNO EDUCATIVO: UN REFUGIO SIN EMOCIONES NI MOTIVACIÓN: La mayoría de niños y adolescentes ven el colegio, las clases y todo lo relacionado con el entorno académico como una obligación, una exigencia, una opresión, y no como un ecosistema armonioso para encontrarse a sí mismos y encontrar sus talentos, un escenario que los ayude a descubrir sus vocaciones, expresar sus emociones, sus sentimientos; es decir, para ser felices. Esto también explica, en gran medida, que el acercamiento a los libros, el arte y la cultura cueste tanto, porque no hay una orientación adecuada para relacionar la lectura con pasar un momento agradable, experimentar emociones y sentirse bien (algo que intento hacer desde la biblioteca municipal de Chulucanas).

Entonces, en una especie de rebelión a las imposiciones, de romper las cadenas de la opresión, de huir a ese “acuartelamiento” a que son sometidos en interminables horas de clases inertes, de no sentirse escuchados ni comprendidos, el reggaetón, las bebidas, las fiestas, el alcohol, las malas juntas, los videojuegos y por supuesto el sexo son más que una tentación, porque se convierten en un escape a la enajenación y alienación en que viven.

Si el sistema educativo, y por supuesto la familia y otros entornos, se enfocaran más en las emociones, en alentar las ganas de ir concretando sueños en lugar de frustrarlos con exámenes memorísticos; si, en definitiva, los adolescentes fueran motivados y desarrollaran su propia capacidad de explorar sus talentos y crecer con sus convicciones, estoy seguro que tendrían otra visión de la vida, madurarían más rápido y no caerían en tentación tan fácilmente; sin duda, se sentirían con seguridad y confianza para comunicarse, preguntar y saber elegir (incluso si tuvieran que elegir métodos anticonceptivos).

No digo que no deban salir a reuniones o fiestas, o empezar a tomar bebidas a una edad apropiada, o tener acercamientos exploratorios previos a las relaciones sexuales (tampoco se trata de ir contra la corriente ni reprimir “nuestro lado más instintivo”, pero sí de guiarlo a través de la razón y la educación para que puedan tomar mejores decisiones). Creo que si seguimos “educando” a los niños y adolescentes como si fueran máquinas para procesar información, para dar exámenes censales, coartados todo el tiempo, sin afecto, contención ni empatía, lo más probable es que todas las nefastas cifras sigan incrementándose. Debemos dejar de ver a los niños y adolescentes como una porción estadística, como números e indicadores y acercarnos al ser humano que habita en cada uno de ellos.



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