lunes, 28 de octubre de 2024

TALLERES LITERARIOS: APERITIVOS DE LA LECTURA (Por Nando Vaccaro)

Por Nando Vaccaro Talledo – octubre 2024

En esta época donde la vida fluye a ritmos vertiginosos, y pareciera que el tiempo se nos escurre de las manos como un puñado de arena, dedicar un espacio para realizar alguna actividad que nos apasione, y sin que sea rentable en términos económicos, resulta casi una utopía; y si esa actividad es la lectura, se asume como una pérdida de tiempo.

Pero la lectura no es ni una pérdida de tiempo y menos una actividad superficial o efímera. La lectura es tan connatural a los seres humanos como lo fue en su momento la tradición de los relatos orales alrededor del fuego. Después de un largo proceso de evolución, nuestro cerebro ya está configurado para la lectura, así como nuestros músculos esperan ser ejercitados. El problema radica en que, precisamente, no le dedicamos tiempo a estas actividades, y nos dejamos llevar por la pasividad y el automatismo de una rutina sombría.

Para despertar una pasión necesitamos una dosis motivacional, que será la combustión de nuestro fuego interior; y, una vez encendido, la dedicación hará su parte. Todo este preámbulo para comentar que los talleres literarios son un acicate estupendo porque, como diría Marco Aurelio Denegri, propician el “buceo sin escafandra” por las páginas de un libro, al que, seguramente, ya le teníamos ganas, pero no nos animábamos a empezar o no lográbamos ir más allá de unas cuantas líneas.

Si bien la lectura es un ejercicio que preferimos hacerlo en solitario y de manera mental, cuando estamos en un grupo y organizados por un tallerista, la experiencia lectora se expande hacia diferentes formas de interpretación, y nuestra exploración previa se nutre de otros puntos de vista, de intertextualidades que no hubiéramos sospechado, y la travesía por el libro resulta más interesante.

Taller de cuento, a cargo de Ricardo Sumalavia.

Recientemente he participado en talleres que no sólo han encendido y atizado en mi interior el fuego literario, sino que han enriquecido mi experiencia de lector. Me he sentido como un turista compartiendo comentarios con otros viajeros sobre la visita a un museo, y reconociendo la labor del guía por los datos e información suministrados, y porque ha hecho más ameno el paseo.

Definitivamente, los talleres de lectura (y escritura), bien diseñados y conducidos, pueden convertirse en espacios de encuentro, aprendizaje y, sobre todo, generar ese combustible que necesitamos para empezar una actividad (en este caso abrir un libro), y luego, ya entusiasmados por el aperitivo que desinhibe y da impulso, disfrutar de cada sorbo página tras página. 

Crédito de imagen: https://cronicaglobal.elespanol.com


sábado, 28 de septiembre de 2024

EL BRAZUELO PROTAGONISTA - por Nando Vaccaro (comentario de la novela Historia de un brazo, de Ricardo Sumalavia)

Por Nando Vaccaro Talledo – septiembre 2024

Asomada en una cornisa que observa a un lado lo realista y al otro lo fantástico, la novela Historia de un brazo, de Ricardo Sumalavia, nos invita a recorrer los laberintos de la memoria familiar, y cómo el deceso de un ser querido devela misterios inesperados. El narrador-protagonista se dispone a realizar los trámites posteriores al fallecimiento de su padre; pero, en lugar del duelo y el sosiego que afloran a un acontecimiento de esa naturaleza, la muerte es el punto de partida para desenterrar diversos sucesos que se relacionan directamente con la malformación que tuvo su padre: un tercer brazo, que en realidad es un brazuelo, con "las dimensiones de un brazo de bebé de pocas semanas de nacido”, y cuyo origen pudo haber estado en un “hermano gemelo que debió nacer con él”.

Foto: portal web: cosas.pe

De todos modos, sea cual fuere la procedencia de ese brazuelo, que es de por sí un elemento raro y extraño aunque no sobrenatural (la polimelia, frecuente en el ganado vacuno, es una anomalía genética que origina miembros supernumerarios, y la micromelia es la presencia de extremidades pequeñas o acortadas), tendrá el protagonismo en momentos clave de la vida del padre. En esta obra, como bien ha manifestado el propio autor en una entrevista concedida al portal Libros a mí, Sumalavia retrata algunos de sus tópicos más recurrentes: las relaciones familiares, la descripción del centro de Lima, el uso de un lenguaje que seduce a través del erotismo, la sordidez y elementos de suspenso.

En efecto, en Historia de un brazo asistimos a un relato que no se ha quedado en la meseta de un género, sino más bien que ha sabido fusionar diversas manifestaciones literarias con el temple necesario para teñir de humor un aspecto que genera, en distintos escenarios y estratos sociales, rechazo y discriminación. En ese sentido, la adaptación que tuvo en vida el padre con su brazuelo nos invita a reflexionar que, más allá de las indirectas y miradas esquivas, cada persona le da sentido a su condición y construye su destino. Además, nos muestra cómo una familia disfuncional y desbaratada por los malos comportamientos puede dejar atrás rencores para rociar su propio combustible de empatía.

Los tiempos de la narración y los recursos utilizados como el racconto, el flashback y las digresiones permiten conocer el pasado, los antecedentes de la relación principal entre padre e hijo, y también caminar de la mano con el narrador para ir descubriendo pistas, tejiendo posibilidades y sumando certezas sobre el misterio que se plantea en un inicio, a través de un e-mail, y que será el eje transversal de la novela.

Foto: portal web "Libros a mí".

Finalmente, cabe resaltar que la crítica ha sido contundente en recomendar esta novela. Nona Fernández, actriz y escritora chilena, ha indicado que este libro “coquetea con lo fantástico, y que en su justo diseño delinea una experiencia de lectura tan gozosa como perturbadora". Eloy Tizón, escritor español, manifiesta que “esta novela corta nos regala una bonita enseñanza de orfebrería narrativa. Un solo brazuelo, apenas entrevisto, es capaz de poner en solfa el tejido de la realidad”. Y el escritor peruano Luis Hernán Castañeda es categórico: “Historia de un brazo es una novela sabrosa y perturbadora, narrada con habilidad y desparpajo, en la que nada está prohibido, y que ofrece un placer singularísimo”.

lunes, 16 de septiembre de 2024

LAS PIURANAS CUENTAN Y ENCANTAN (comentario de la obra Seis mujeres cuentan)

 Por Nando Vaccaro Talledo – septiembre 2024

La quieta y calma noche de Piura fue testigo de un hito en la cultura de esta región: el torrente de seis voces narrativas que convergen en un mismo cauce. Seis mujeres cuentan reúne trece relatos breves de las escritoras piuranas Laura Astudillo, Elizabeth Calle, Jany Chira, Lady Gálvez, Ana Belén y Noelia Mendieta (integrantes de la asociación cultural Minerva, organización sin fines de lucro y conformada por mujeres que promueven y desarrollan actividades culturales). Durante la presentación, a cargo de los notables docentes y literatos Sigifredo Burneo y Antonio Zeta, las autoras precisaron sus motivaciones, el discurrir de los procesos creativos y cómo alternan su pasión literaria con sus faenas cotidianas, y, en el caso de la mayoría, con su maternidad.

Cada una con su estilo y tono propio, con matices y técnicas narrativas diversas, así como la variedad temática, esta obra, de identidad piurana pero de múltiples escenarios, nos invita a recorrer historias realistas y fantásticas que nos atraparán de principio a fin.

Nos encontraremos con noches inciertas y aventuras bajo la luna llena; buscaremos sonrisas extraviadas en el tiempo y la memoria; seremos testigos de la incontenible fuerza de un río, y de la unión de un pueblo; nos preguntaremos por qué no tener otros animales de mascotas, como bien podría ser un pollo; viejas supersticiones y maleficios nos desvelarán; los libros y diarios serán protagonistas; reflexionaremos sobre las capacidades diferentes en los niños; una triste noticia nos sensibilizará sobre la importancia de abordar nuestras propias emociones; el folclore local también se hace presente a través de las costumbres en los velorios y entierros; y, finalmente, una tierna historia de lazos parentales, que es posible a través de la perspectiva en el tiempo y la empatía, sobre la relación entre un padre y su hija, y cómo la vida se encarga de cambiar los roles.

Como se puede vislumbrar, la heterogeneidad en los temas y la impronta de cada autora han logrado que esta antología se convierta en un apetitoso bufé literario, para el regocijo de nuestra experiencia lectora. Sólo queda decir, ¡bon appétit!, y a disfrutar de este maravilloso libro.

Nota: la ilustración de portada, a cargo de Kelly Tasayco, resulta muy representativa, tanto de los cuentos como de las autoras, quienes también participaron de su elaboración, en la que resalta la mujer piurana, su sabiduría, identidad y libertad (la obra ha sido publicada bajo el sello Temoche Ediciones).



sábado, 24 de agosto de 2024

Presentación de la novela MAMÁ SUYAY, creadora de nieve

 Por Nando Vaccaro Talledo – Agosto 2024

Mamá Suyay, creadora de nieve, es la más reciente producción literaria del laureado escritor piurano Antonio Zeta, quien, a su corta edad, cuenta ya con varios premios y publicaciones. Con esta obra, Zeta resultó finalista del prestigioso premio Altazor de novela infantil, en su décimo segunda edición. En palabras del jurado calificador, “es un bien llevado relato que ahonda en los misterios y prejuicios del interior, cuando dentro de un colegio las emociones más dispares se intercalan con la sorpresa de un clima que contradice a la naturaleza. La sapiencia milenaria de una anciana pone también el toque peculiar a esta novela, que deja en la punta de la lengua un fin que resolver”.

Hace unas semanas se realizó en Lima el primer lanzamiento, en el marco de la feria internacional del libro. En Piura, el auditorio del ICPNA Región Grau fue el escenario que nos permitió escuchar y estar en contacto con nuestro escritor, en una mesa de honor que compartía con destacadas personalidades académicas y literarias de Piura.

El Dr. Sigifredo Burneo, legendario catedrático, rememoró una experiencia similar a la que tuvo el protagonista de la historia, en su afán de contemplar la la caída de nieve. En su magistral exposición, recordó a Daisaku Ikeda y su planteamiento de un nuevo humanismo, en el que resulta vital la transformación de cada individuo. Por supuesto, hizo un elogio de la lectura, considerándola “un verdadero placer”; y que, para él, Mamá Suyay, creadora de nieve, ha resultado toda una experiencia sensorial.

Por su parte, Alejandro Cano, docente, poeta e integrante del círculo Tertulia Cero, destacó la pericia del autor para construir relatos: “Antonio sabe contar historias, y tiene la capacidad de generar expectativas, aunque, curiosamente, sea un hombre de pocas palabras”.

El catedrático, escritor y editor (del sello Lengash), José Lalupú, redondeó la participación de los distinguidos miembros de la mesa de honor. “Mamá Suyay, creadora de nieve, es un relato conmovedor, que apela a las emociones y por eso nos atrapa”. En efecto, los personajes son “muy humanos”, y esto posibilita que se establezcan puntos de conexión con el lector.

Finalmente, Antonio Zeta nos reveló secretos de su cocina literaria: por ejemplo, que el personaje de Mamá Suyay (cuyo significado en quechua es esperanza) está inspirado en su propia abuela, y que, para esta obra, que empezó en medio de la pandemia, una de sus influencias ha sido Charles Dickens a través de su relato Cuentos de navidad.

De esta manera, Zeta nos ofrece una nueva historia bien contada; lineal, precisa y con momentos de elipsis que retan al lector (que, dicho sea de paso, y como dice el propio autor, pueden leerla desde los 6 hasta los 200 años). Hay, además, un destacado trabajo de carpintería en los personajes principales, con pinceladas inconfundibles en sus características. Al final, la superposición del elemento onírico permite que la realidad y la ficción se fusionen en un abrazo inolvidable.

 

 

jueves, 22 de agosto de 2024

RESEÑA: EL TESORO DE MUNDRAH

Por Nando Vaccaro Talledo – Agosto 2024


En El Tesoro de Mundrah asistimos a una novela del género fantástico; un universo que, si bien podemos referenciar en algunos contextos de la realidad, obedece a un orden utópico, con elementos sobrenaturales, como seres irreales o poderes mágicos (pero es un mundo que resulta verosímil, es decir creíble dentro de ese escenario literario, y ese es uno de los principales logros de la autora). También se le puede denominar novela de formación, en el sentido en que asistimos al desarrollo y descripción de los personajes. De hecho, los capítulos no están numerados sino planteados con el nombre de los tres personales principales: Luke, Damien y Kaori (y según cada cual, el personaje tiene mayor preponderancia).

Presentando la obra en la feria del libro en Piura (junio, 2024).

Sobre el argumento, se trata de una historia que narra la misión de unos jóvenes corsarios (o guerreros) que deben, primero formarse y luego enfrentarse a los gigantes de Mundrah, para conseguir un tesoro que favorezca a su pueblo. En cuanto al tema central de la obra, obviamente más allá de los aspectos propios del orden narrativo como son la aventura, el misterio, la acción y el romance, radica en la amistad, y cómo poniendo cada uno de su parte se puede trabajar en equipo para conseguir los objetivos que se persiguen.

La autora, ganadora del premio Luces (El Comercio) 2023, ha comentado que es amante de los animé, y que precisamente su gusto por este tipo de series fue el caldo de cultivo para su imaginación y la creación del primer libro de la saga, titulado Las islas de Iros. En diversas entrevistas, Blacklow (apellido que proviene de sus ancestros, y que ella ha tomado como seudónimo literario) había adelantado que tiene la proyección de que esta saga tenga 5 ó 6 libros.

En cuanto a los personajes, están los secundarios, como los reyes, los príncipes, los mandos de la milicia; y los principales, las tres figuras estelares de corsarios carmesíes: Luke, Damien y Kaori. Normalmente las referencias que suelen dar los autores es que los personajes centrales tienen algo de la personalidad del escritor, y son como su alter ego, así que podemos inferir que los tres corsarios poseen características de la autora.

Cuando uno lee un nuevo libro es inevitable establecer comparaciones, no cualitativas pero sí referenciales, que se vinculan con las lecturas previas y las experiencias y anécdotas personales de cada lector. A esto en literatura se le llama intertextualidad. En esta novela hay reminiscencias de obras extraordinarias, desde Homero con su Ilíada y La Odisea, pasando por Julio Verne y por su puesto Narnia, El Señor de los Anillos y, cómo no, Harry Potter. Dentro de las varias curiosidades o vinculaciones que la autora ha configurado, por ejemplo, podemos advertir la semejanza del nombre de Las islas de Iros con La isla de los Uros, en el Titicaca, o también que los personajes principales sean 3 (2 hombres y una mujer), como sucede en la saga de Harry Potter.

Respecto al público lector, normalmente se suele establecer ciertos parámetros etarios para una mejor identificación y acceso al libro según edades. En este caso, podría decirse que es para un público juvenil, desde los 13 años (que es más o menos la edad de los protagonistas) hasta los 22 ó 23 que, en promedio, se concluye una carrera y donde estrictamente empieza la vida adulta. Sin embargo, este tipo de obras, si bien pueden tener ese parámetro para su ubicación en un estante de librería, yo creo que son transgeneracionales (aunque este término en psicología tenga otra explicación teórica), en el sentido que es de lectura abierta, desde que se inicia la secundaria hasta el último aliento de vida.

Nota: como información complementaria e interesante de la autora (cuyo nombre es Luana Mitre), cabe destacar que es hija de Marisol Martínez, quien fuera Miss Perú, y su padre es Fahed Mitre, productor musical (autor de la célebre canción interpretada por Eva Ayllón Estoy enamorada de mi país), y su abuelo fue el entrañable periodista y conductor Humberto Martínez Morosini.


martes, 6 de agosto de 2024

LOS LIBROS NO SON DEMASIADOS

Por Nando Vaccaro Talledo

Hace unos años, en un taller de escritura creativa, un compañero del grupo se quejó con el maestro Cronwell Jara, a cargo de la actividad: “no es justo. Usted a nuestra edad tenía que leer menos libros que nosotros”. Es cierto, aunque, a mi parecer, no injusto; injusto sería no poder leer o no tener recursos para acceder a un libro. La cuestión es: ¿qué debemos leer? Sentirnos en la obligación de abarcar los demasiados libros que han sido publicados sería como pretender escuchar todas las canciones que se han compuesto, o probar todos los platillos que se preparan en el mundo. Una vida entera dedicada a esos menesteres no alcanzaría. Es absurdo de sólo pensarlo.

En su obra Los demasiados libros, Jorge Zaid hace una revelación Malthusiana: de continuar la progresión editorial, para el 2050 habrá más libros publicados que lectores. Todos sabemos que leer libros es positivo, del mismo modo que es favorable alimentarnos bien. El problema está en que no sabemos qué leer ni cómo nutrirnos correctamente. Una cosa es leer al paso y comer para llenarnos, y otra que la experiencia de lectura sea transformadora y que la alimentación resulte provechosa. En ambos casos, es trascendental haber iniciado desde pequeños con ambas prácticas, hasta que se conviertan en parte inherente de nuestros hábitos.

Para tales efectos, el rol de los mediadores (guías o referentes) es fundamental. La lectura “se contagia por los lectores en acción: padres, maestros, amigos, escritores, traductores, críticos, editores, tipógrafos, libreros, bibliotecarios y otros animadores del gusto de leer”, precisa Zaid. De acuerdo con el escritor Javier Arévalo, “sin bibliotecas, el hábito de leer no nace en los niños”. Sin bibliotecas, sin demasiados libros y sin alguien que nos acompañe a ese encuentro es muy difícil iniciarnos en la lectura, como imposible es alimentarnos bien si nunca llevaron a nuestra mesa variedades de verduras, tubérculos, frutas, cereales y menestras.

Escritor Javier Arévalo (fuente: diario Perú21)

Los padres, maestros, guías y referentes cumplimos una función de mediación imprescindible: la de abrir el apetito por la lectura y la buena alimentación. Eso no significa imponer lo que se debe elegir, sino propiciar que el asombro y la curiosidad sacien ese apetito. Tengo la corazonada de que la vorágine del mundo actual nos va a llevar a tomar acciones por una vida menos sobrecargada y más natural: alimentación balanceada, actividad física, aire puro, lejos de las pantallas (al menos, por necesarios intervalos) y, por supuesto, con un libro físico entre manos.

Que haya cada vez más libros no es motivo de preocupación sino de alegría. Es como ver todo un campo cultivado por diferentes especies, algunas más provechosas y nutritivas que otras. Felizmente, las predicciones de McLuhan no fueron precisas, porque ni las más avanzadas tecnologías han sentenciado la muerte del libro; por el contrario, día a día florece con nuevas e inexploradas páginas.

domingo, 30 de junio de 2024

LA LECTURA EN NUESTROS SENTIDOS (¿Leer en formato impreso o digital?)

 Por Nando Vaccaro T.

Existen variables que debemos ponderar a la hora de elegir qué leemos, dónde leemos y cómo leemos. El entrañable Marco Aurelio Denegri solía recordarnos que el estado natural del cerebro es de desatención, y que, como manifestaba Sartori, vivimos bajo la dictadura de la “imago”, en plena videocracia; y eso lo dijo el autor italiano hace varios lustros, cuando la televisión era la figura central en los hogares: ¿qué diría ahora con la colonización mental por parte de los celulares y la intrusión de la inteligencia artificial?

Diversas investigaciones científicas revelan que leer en formato impreso ayuda a la compresión, en cuanto a la velocidad de lectura y a la profundidad de análisis, y sobre todo si se realiza bajo presión. Asimismo, señalan que la lectura en papel causa menor fatiga mental y visual (un factor a favor del libro impreso que siempre ha subrayado Humberto Eco). Es decir, desde el aspecto fisiológico es más recomendable leer un libro impreso que uno digital, mejor aún para los libros de largo aliento. No menos cierto es que los dispositivos digitales de lectura como ipads, tablets, laptops o los mismos celulares pueden albergar una cantidad impresionante de textos y obras, que ocuparían un amplio lugar de la sala o nuestra habitación. En general, es más económico comprar libros digitales que libros impresos, y en muchos casos las descargas son gratuitas.

Sin embargo, de acuerdo con el portal web PsicoDon, existe un estudio que se encargó de observar la actividad cerebral de un grupo control mientras leían, y reveló que durante la lectura de un libro impreso hay más probabilidad de actividad en la corteza prefrontal media y la corteza cingulada, encargadas de procesar las emociones. Por su parte, en su libro Superficiales: ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes?, el periodista estadounidense Nicholas Carr plantea que la exposición a las pantallas está mermando nuestra capacidad de lectura y comprensión.

En esa línea, Francisco Albarello, docente universitario argentino, corrobora que sus estudiantes leen más y mejor sobre formato impreso. Sin embargo, no demoniza la tecnología, sino que, como todos los inventos y avances, considera que lo positivo y negativo de las pantallas digitales no está en su naturaleza per se, sino en el uso que le damos y las predisposiciones que tenemos. Un trabajo también trascendente es la obra Nadie acabará con los libros, de Umberto Eco y Jean-Claude Carrière, quienes, de manera brillante, exponen a través de un ameno y enriquecedor diálogo los vericuetos de la apasionante historia de los libros (una exquisitez para todo bibliófilo).

Es importante mencionar que en su obra Los demasiados libros, el escritor mexicano Gabriel Said nos revela que se publica un libro cada medio minuto. De continuar esa proyección, llegaremos a un punto donde haya más escritores que lectores. Este es un aspecto que requiere el análisis y reflexión del entorno editorial, pues los libros no escapan a la globalización y a la producción desmedida de mercancías; y de no ser más acuciosos con la revisión y calidad de los textos, probablemente estaremos rodeados de libros que tendrán una vida muy corta. Y si bien se trata de tener libros para leer, no podemos tomar en nuestras manos cualquier obra (como tampoco deberíamos ingerir cualquier producto para alimentarnos).

Y no es que los libros impresos ocupen más lugar que los virtuales, sino que ‘verdaderamente’ existen, son asibles y tangibles, se pueden dedicar, forrar, subrayar con un lápiz y quedarse dormidos con el lector sobre su pecho, sin que explote o recaliente. No hay riesgo de robo si vamos a un parque o una plaza a leer Cien años de soledad. Además, si hacemos eso, realmente leeremos y no estaremos seducidos ni tentados a ver estados, muros, reels y todos aquellos artilugios de distracción con que han programado las redes sociales, con algoritmos específicamente diseñados para darle a nuestro cerebro lo que más le gusta: mayor distracción y menor concentración.

Cuanto más se lee en pantalla hay menos probabilidad de detenerse a reflexionar en lo que se está leyendo. Y seguramente para lecturas de textos breves podría nuestro cerebro predisponerse a la atención; pero, pasado un tiempo, ya querrá distracción porque la pantalla se usa más para esos fines. No obstante, para efectos de investigación, comparaciones, búsqueda de datos y ahorro de tiempo, sin lugar a duda la pantalla es más útil y versátil. Pero, no nos olvidemos de un gran detalle: sea en pantalla o en papel, la lectura siempre va a demandar atención y concentración (en este punto es muy recomendable la práctica del ajedrez, ya sea a nivel competitivo o simplemente de aficionado, pues es un juego de mesa que permite desarrollar la atención, concentración, memoria, entre otras capacidades).

Los estudios también revelan algo que es clave para la promoción y estímulo de la lectura: los niños son más participativos y se involucran más con los textos en papel. Y esto por una razón evidente: las generaciones recientes están codificando sus cerebros con una mirada completamente lúdica y distractora respecto a los dispositivos electrónicos. Y pese a que neurólogos, psicoterapeutas y pedagogos advierten sobre el riesgo de exponer a los niños a los efectos perniciosos de las pantallas (sugieren que no se los exponga en absoluto a los menores de dos años, y después de esa edad que sea gradual y siempre con control parental), los padres y familiares ofrecen a sus pequeños la seducción hipnotizadora de las imágenes en pantalla, de manera indiscriminada y por tiempos prolongados, creando una ansiosa dependencia y, en muchos casos, una adicción cibernética, catalogada ya como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud.

Entonces, frente a este escenario, resulta muy complicado y hasta contraproducente priorizar la lectura en formatos digitales, sobre todo para niños y adolescentes, pues estos no se concentrarán, y sus cerebros ansiosos pedirán otras opciones ajenas a la atención y puesta en marcha de la creatividad. Y esto también es crucial, ya que en plena videocracia, las pantallas nos llevan al sendero de la pasividad mental y merma de la imaginación (por eso el teatro es una distracción estupenda, porque no nos entrega todo servido como las series o películas).

Leer un libro impreso, al igual que una cata de vinos, es toda una experiencia sensorial, que involucra no solo el campo visual, sino el olfativo, pues cada libro tiene un olor característico; acariciar las portadas, algunas empastadas y con letras en alto relieve, es una sensación muy sensual. Además, por supuesto, de contemplar el producto acabado en un libro, que no es un objeto más descartable sino toda una obra de arte perdurable. Se pueden coleccionar, pues un libro en un estante no es una cosa inerte sino un alma vibrante que nos conmueve con su presencia. Igualmente, gracias a los libros impresos hay presentaciones y ferias, firmas de autógrafos, bibliotecas y encuentros. Es decir, que el libro impreso contribuye a nuestra condición de seres sociales y gregarios. Para cerciorarnos de esto último, de que la lectura es una experiencia multisensorial y social, ¿qué preferiríamos? ¿Que nos escriban una carta a través de un e-mail, o sentir el papel y ver los trazos de la persona querida con su puño y letra? (En cuanto a la escritura, aunque sería materia de otro artículo, los estudios precisan que es más ágil y rápido tomar anotaciones en un dispositivo móvil, pero que hacerlo a mano ofrece ventajas a nivel de conexiones neurológicas).

Hay quienes dirán que los libros impresos son un despropósito para la naturaleza, pues implica la tala de árboles para elaborar la fibra de celulosa de madera con la que se hará el papel. Pero, ¿y qué hay del plástico y de todo el material desechable que consumimos a diario, incluso proveniente del papel y que podríamos evitar? La producción de libros sostenible se justifica en la medida en que la lectura de libros impresos favorece a la concentración, a promover el hábito continuo de la lectura y, además, son “objetos” perdurables. No hay despropósito ni desperdicio.

Si queremos motivar y promover la lectura en nuestros hijos y entorno, así como para estimular cualquier otro hábito o actividad, lo mejor que podemos hacer no solo es hablarles sino guiarlos con el ejemplo. Por eso la madre Teresa de Calcuta decía: “no te preocupes porque tus hijos no te escuchen; te observan todo el día”. Leer en familia desde un libro impreso es una de las mejores maneras de promover el hábito de la lectura, el amor por el conocimiento, generar un espacio de sinergia y encuentro entre padres e hijos, y desintoxicarnos de tanto consumo digital.

Y, como todo hábito, al principio será más arduo conseguir una alta concentración. Por eso, al igual que si fuéramos al gimnasio o empezáramos con una actividad física, se deberá realizar por breves intervalos, y de una manera dinámica, intercambiando los roles de lectura en voz alta (con nuestros hijos que ya leen, y con los que todavía no, permitir que ellos interpreten las imágenes con que vienen diseñadas los textos para niños), y progresivamente aumentar la cantidad de tiempo destinado a la lectura y la dimensión y complejidad de los textos, procurando que sean del interés de nuestros hijos. De esta manera lograremos germinar el hábito de la lectura y les daremos el mejor regalo que un padre pueda entregar: tiempo de calidad, dedicación, lectura y amor.